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Preocupado por una desaprobación creciente, que supera el 63 por ciento en algo más de un año de gobierno y ante la eventual y estruendosa derrota que sufrirá el Pacto Histórico en las elecciones de octubre, tanto en Barranquilla, como en Medellín y Bogotá, Gustavo Petro decidió meterse a hacer política electoral de frente y sin pudor.

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En efecto, el presidente decidió quitarse la careta para defender su proyecto político, sin importarle mucho que la ley se lo impida, puesto que en su calidad de jefe del Estado está obligado a brindar garantías a todos los candidatos y no solo a quienes defienden los postulados del Pacto Histórico. Es decir, Petro y sus aliados decidieron –ellos sí– pasarse la ley por la faja.

Lo malo de que el presidente de la República se pase la ley por la faja es que el mal ejemplo cunde y por consiguiente sus aliados políticos se sienten autorizados en ciudades y departamentos para cometer todo tipo de desafueros y abusos en contra de sus contendores. 'Si Petro lo hace por qué yo no', piensan sus aliados en las regiones.

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El comportamiento de Petro no ha causado sorpresa puesto que ya había dado señales de 'correr la línea ética' en materia de participación en política en Bogotá, donde decidió –en plena época electoral– 'tomarse' varias localidades para promover sus programas sociales, que –¡oh sorpresa!– son los mismos del candidato Gustavo Bolívar, su gran amigo y escudero.

Pero lo que ocurrió en Montelíbano, Córdoba, desbordó todos los límites del decoro y las buenas costumbres por parte de un presidente de la República. ¿Qué ocurrió? Ocurrió que Petro realizó en ese municipio un evento masivo de los llamados 'Gobierno escucha', al que asistieron múltiples invitados, entre ellos Andrés Calle, oriundo de esa población y presidente de la Cámara de Representantes. Además, es hermano de Gabriel Calle, candidato a la Gobernación de Córdoba, con el respaldo del Partido Liberal y una fracción importante del partido de La U, que sigue las orientaciones del exsenador Musa Besaile, así como de amigos del también exsenador Bernardo ‘el Ñoño’ Elías. Ambos terminaron presos por parapolítica y corrupción relacionada con Odebrecht. A Calle también lo respalda el Pacto Histórico, que 'descabezó' la candidatura de una petrista de pura cepa, Angélica Verbel, para respaldar al hermano del presidente de la Cámara, cuya militancia en el Pacto Histórico había sido nula hasta el momento. Verbel renunció a su candidatura el pasado 18 de octubre.

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Nada de lo que ocurre en Córdoba es desconocido por Petro, quien no solo es oriundo de ese departamento, sino que se mantiene enterado de primera mano de todo lo que allí ocurre por cuenta de amigos y familiares, entre ellos su hijo Nicolás Petro, envuelto hoy en el escándalo de la financiación de la campaña de su padre a la Presidencia.

Es evidente que todo el evento de Montelíbano sirvió como un poderoso espaldarazo del Gobierno a la candidatura del hermano del presidente de la Cámara, quien se comporta como un 'obediente peón' del Ejecutivo en el Congreso a la hora de respaldar sus reformas. Calle no ofrece ningún tipo de garantías a quienes no solo se oponen a las iniciativas oficiales, sino a quienes creen que pueden hacerles modificaciones para mejorarlas. 'El comportamiento de Calle como presidente de la Cámara es una vergüenza', me dijo un senador del Centro Democrático a quien indagué por las garantías que ofrecía el presidente de la Cámara de Representantes.

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¿Participa o no el presidente de la República en política, en abierto desacato a las leyes electorales? ¿Qué hacer ante este comportamiento abusivo por parte del jefe del Estado?