La coalición de partidos y movimientos progresistas que consiguió llevar a Gustavo Petro a la Presidencia de la República y tener gran representatividad en el Congreso se fracturó de cara a las elecciones territoriales.
La alianza del Pacto Histórico, como una estrategia para acabar con lo que ellos consideran una hegemonía en el Gobierno de los partidos tradicionales y consolidar un proyecto político, en el caso del Atlántico fracasó y las pugnas son cada vez más evidentes.
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Las diferencias frente a los mecanismos democráticos que se utilizarían para definir las listas de candidatos a Gobernación, alcaldías, concejos y asambleas, que se elegirán el próximo 29 de octubre, terminaron dinamitando el Pacto.
Los líderes de la alianza a nivel nacional habían ordenado que se acudiera a la estrategia de listas cerradas para el caso de las corporaciones. Estas serían encabezadas por el que actualmente tuviera una curul y seguidamente se definiría un cupo para cada movimiento.
La mayoría de los integrantes del Pacto, especialmente los movimientos alternativos progresistas con menos representatividad, calificaron esta decisión como antidemocrática, argumentando que los grandes beneficiados serían el Polo Democrático, Mais y Colombia Humana; es decir, terminarían trabajando para los candidatos de esos partidos y estarían lejos de conseguir una representación. Al final del día los peces grandes se terminarían devorando a los pequeños.
Honrando los compromisos pactados, decidieron darse una oportunidad e integrar las listas siguiendo las directrices nacionales. Sin embargo, un gran número de conversaciones telefónicas, más de 20 reuniones y llamados al orden desde el nivel central no fueron suficientes para calmar las aguas y el malestar trascendió a lo público.
El primero en hablar abiertamente del malestar por la conformación de las listas fue el concejal de Barranquilla por el Polo Democrático Recer Lee Pérez, quien consideraba que debía ser cabeza por su actual curul y no Andrea Vargas, hija del dirigente de la Colombia Humana Iván Vargas.
Tras arduas discusiones, Pérez consiguió que se respetara ser cabeza de lista al Concejo Distrital, pero la crisis se agravó debido a la pelea por los siguientes puestos. No se respetó ni el acuerdo ni las directrices nacionales.
A partir de ese momento, los líderes que habían sido claves en la votación de Gustavo Petro, especialmente en el suroriente de Barranquilla, comenzaron a buscar apoyo en las directivas nacionales del Pacto Histórico, incluyendo los congresistas, para tratar de consolidar un acuerdo que beneficiara a todos. Las listas al Concejo de Barranquilla y a la Asamblea debían ser concertadas.
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Sin embargo, el teléfono entre Barranquilla y Bogotá comenzó a presentar interferencias. Unas cuantas cabezas del Pacto eran las que escuchaban. Pocas eran las llamadas respondidas a los líderes. Los más cercanos al presidente Petro cerraron toda comunicación. Ya en ese momento ni siquiera los funcionarios de los ministerios atendían las llamadas de quienes eran considerados en la época electoral como los 'amigos de Petro'.
Poco tiempo después estalló el escándalo de Nicolás Petro, hijo del presidente. Los señalamientos sobre el ingreso de dineros ilícitos a la campaña, a través de Máximo Noriega, precandidato por la Colombia Humana, cayeron como un baldado de agua fría, sobre todo en aquellos que utilizaron dineros de su bolsillo o hicieron vaca entre los militantes para organizar reuniones políticas con el fin de promover las candidaturas de Petro y de los que aspiraban a una curul en el Congreso.
Los militantes manifestaron su descontento y decepción por los escándalos que involucran a personas cercanas al presidente.
Con este panorama las discusiones por las candidaturas y las listas al Concejo de Barranquilla y la Asamblea se volvieron encarnizadas. No había diálogo, todo era un caos. Desde Bogotá solo había cuestionamientos, nada de una mediación para lograr una salida. Los apoyos a una posible candidatura de Máximo Noriega a la Gobernación se fueron diluyendo. La ruptura era un hecho.
Como no hubo un acuerdo, varios candidatos postularon sus nombres con listas abiertas avaladas por sus propios partidos o movimientos progresistas. El Pacto Histórico presentó las suyas. Para la Gobernación tampoco hubo acuerdo. El nombre de Máximo Noriega no fue respaldado, pese a resultar elegido en la consulta interna. Algunos dirigentes consideraron que hubo manipulación en el proceso; otros fueron más allá y señalaron que una persona cuestionada no podía ser el candidato del Pacto Histórico.
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Por su parte, el Polo Democrático Alternativo se apartó de cualquier acuerdo y anunció el apoyo a Alfredo Varela a la Gobernación, decisión que terminó recibiendo el respaldo del Pacto Histórico desde Bogotá. Con esta decisión el otro damnificado fue Antonio Bohórquez, candidato a la Alcaldía de Barranquilla, quien perdió el apoyo de los partidos y movimientos progresistas.