'Claro que votaría por Timochencko para presidente', respondió Camilo, un señor barrigón que vive en Las Damas, uno de los puntos de encuentro escogido por las Farc para llegar a su X Conferencia.
En las Damas paramos a desayunar. El pueblo consta de unas cuantas casas y algunos locales comerciales. Allí, a diferencia de San Vicente, las personas están más atentas a la cumbre guerrillera. Ellos han aprendido a convivir con la presencia de las Farc y en la población se siente un mayor optimismo por los resultados del proceso de paz.
-¿Ustedes van para El Diamante, a lo de las Farc?-, me preguntó una de las mujeres que atienden en el restaurante ‘El Buen Sazón’.
-Nosotras vamos a estar vendiendo en un puesto cerca de donde está el internet-, comentó con la intención de asegurar a sus primeros clientes.
-Eso está muy bien montado por allá-, decía mientras anotaba mi pedido.
A esa hora, 9:30 am, ya habíamos recorrido poco más de la mitad del camino que separa a San Vicente del Caguán de El Diamante, un recorrido que en total sobrepasa las 6 horas de viaje.
En El Diamante
La travesía comenzó a las 5 a.m. Para salir de San Vicente alquilamos una camioneta entre ocho periodistas. En un evento de tal magnitud, para el que se acreditaron 900 periodistas de 350 medios nacionales e internacionales, la colaboración entre colegas es vital para repartir gastos y garantizar la movilidad hasta internase en la selva del Yarí.
De El HERALDO fuimos dos, un redactor y un fotógrafo, y nos hicimos a un grupo variado en medios que venía de Bogotá. Con nosotros viajaban dos periodistas de Blu Radio, dos de CM&: presentador y camarógrafo, uno de La F.M. y una de Radio Nacional RTVC. Prensa escrita, radio y televisión, se podría decir que en esa camioneta estábamos preparados para un cubrimiento integral.
Saliendo de San Vicente un retén del Ejército nos pidió nuestras cédulas, nos dijeron que era para registrar nuestra visita. Sin protestar pero con algo de desconfianza las entregamos, en esta zona un uniforme militar puede significar muchas cosas.
El viaje hasta las Damas fue sin mayores sobresaltos. La carretera fue una grata sorpresa, porque aunque no contaba con pavimentación, estaba en muy buen estado. 'Aquí la comunidad es la que mantiene la vía, el Estado por aquí no llega y lo máximo es la alcaldía que a veces presta la maquinaria para que la use la comunidad', nos dijo Einar, nuestro chofer, cuando preguntamos por qué daba dinero en un puesto de control ubicado apenas 20 minutos de iniciado el viaje.
'Es un peaje comunitario para mantener la vía', afirmó. Pero para todos quedó la sensación de que había algo más de lo que contaba.
En el camino encontramos tres de estos 'peajes comunitarios', que se distinguían por tener pequeñas casas de madera al lado de la carretera que hacían las veces de puestos de control. Antes de cancelar, el valor del peaje era informado por un cartel que estipulaba precios dependiendo al tipo de vehículo: para las motos $1.000, camionetas $5.000, turbos $10.000 y camiones $20.000. Einar pagó 5 mil pesos en cada parada.
De las Damas al Diamante, las condiciones cambiaron notablemente. La carretera se volvió trocha y el viaje se hizo más difícil. Dos horas después llegamos, por fin, al lugar de la X Conferencia, allí nos recibió una guerrillera de civil que nos pidió registrarnos en una caseta de acreditaciones. Bienvenidos a El Diamante, dijo sonriente mientras nos señalaba la caseta.
El campamento
A la derecha de la caseta de acreditaciones están los campamentos, una de las formas de alojamiento que fueron ofrecidas para los periodistas. En ellas, prometía la guerrilla, se podría vivir la experiencia guerrillera. Este fue nuestro hospedaje elegido.
Ingresando al campamento un guerrillero de nombre Joaquín nos llevó a nuestra 'caleta', una especia de choza rodeada con plástico azul y cuatro camas de madera con su colchón, en todas nos esperaba un juego nuevo de sábanas y un toldillo para los mosquitos, una muestra de la hospitalidad fariana.
Antes de entrar a la caleta pasamos por una asamblea guerrillera, el campamento pertenece a hombres del Bloque Occidental, y concentra un mixto de unidades y frentes. En esa asamblea, en la que no nos permitieron quedarnos, se estaba discutiendo la posición de los frentes sobre el acuerdo firmado con el Gobierno.
En la reunión había un vocero que estaba explicando lo pactado, mientras que en una pequeña mesa de madera uno de ellos anotaba el orden de las personas que querían intervenir o preguntar.
Las caletas que dispusieron para los periodistas tienen las mismas condiciones que las de la tropa, y no hay separación entre unas y otras. Tu vecino igual puede ser un colega o un camarada, y ellos, los prontamente exguerrilleros, tienen en su mirada la misma expectativa y curiosidad que nosotros.
La zona de conferencia. A 500 metros en subida del campamento está la zona de la conferencia, que lejos de estar rodeada de selva y monte, es un terreno amplio y en su mayoría despejado. Aquí las Farc desplegó una logística propia de un evento de gran escala, la distribución de las zonas y estaciones asemeja a un festival musical.
En esta zona hay alojamiento en campings exclusivos para la prensa y alquiler de camas camarotes. Hay tres grandes y blancas estructuras cubiertas, en una está el área de prensa e internet, que cuenta con mesas, sillas, y electricidad para facilitar el trabajo de los periodistas, también hay un espacio para las ruedas de prensa con una pantalla gigante LED de fondo.
Las otras dos estructuras protegen el restaurante y la zona de camping. Los jefes guerrilleros tienen su propia zona, con casas de madera para cada uno, en algunas todavía hay hombres trabajando.
También hay una tienda con mesas de billar y algunos locales pequeños e independientes en donde se puede comprar gaseosas, cerveza, y chucherías. La zona es una mezcla entre periodistas y guerrilleros. Los segundos se ven sonrientes, pocos de ellos van armados, la mayoría están de civil.
Su propia celebración
Al fondo del terreno está el área de conciertos, que cuenta con un escenario y sonido a la altura de un festival internacional.
Nunca imaginé que en medio de una concentración de las Farc fuera a escuchar de fondo una versión reggae de Money, clásico de Pink Floyd, uno de los puntos surrealistas del día.
En ese escenario estarán presentándose artistas como Totó la Momposina, Alerta Kamarada y Doctror Krápula, quienes el 26 de septiembre, día de la firma de la paz, darán un concierto para celebrar el cierre exitoso del proceso de paz.
Si estos son los últimos días de la guerrilla en armas, su despedida será por todo lo alto.