Ya no sorprende que cada vez que Gustavo Petro se refiere al sector productivo nacional lo hace con el dedo acusador como principal arma. Cada anuncio suyo, en lo que tiene que ver con quienes generan empleo y riqueza en el país, viene acompañado de un señalamiento contra los 'oligarcas' o 'esclavistas', quienes cada día se despiertan –con razón– con un creciente y preocupante grado de incertidumbre. Ese discurso tan confrontacional como injusto de Petro cuenta, obviamente, con la ovación de la galería, que interpreta cada palabra suya como una merecida bofetada a quienes por décadas los han 'explotado'. Mientras 'el pueblo' aplaude cada anuncio, Petro sonríe.
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Acaba de ocurrir en Villavicencio, donde Petro afirmó que ya tiene listo 'un borrador' para nacionalizar la vía al Llano, que comunica a Bogotá con Villavicencio, obra que fue concesionada por 50 años a Coviandina, propiedad de Corficolombiana. 'Es importante que se haga un equipo negociador –dijo Petro– para la posibilidad de la nacionalización de la carretera'.
Como era de esperarse, semejante 'bomba petrista' produjo múltiples reacciones, entre ellas la del expresidente Iván Duque, quien ripostó de inmediato: 'Nacionalizar una carretera en concesión es una expropiación de un contrato que solo generará desconfianza e incertidumbre económica'.
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Igual sucedió con el anuncio gubernamental de acabar con el seguro obligatorio de accidentes de tránsito (Soat), realizado por el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, y respaldado sin reservas ni titubeos por el presidente Petro: 'No debería existir el seguro obligatorio de accidentes de tránsito, que se ha vuelto una situación de muchas irregularidades', afirmó el ministro Jaramillo. 'El soat —reafirmó Petro— se ha convertido en un instrumento de captura delictiva de los recursos de la salud'.
El sector energético tampoco se salvó de la mirada inquisidora del presidente, quien sigue sin poder resolver el grave problema de los incrementos desproporcionados de las tarifas de energía, uno de los grandes tormentos de millones de colombianos. Para justificar su ineficacia e ineptitud en esa materia –después de un año largo de iniciado su gobierno– Petro dispara hacia otra dirección, entre ellas el Consejo de Estado, que –según él– lo dejó sin facultades constitucionales para adoptar medidas de fondo que permitan acabar con ese problema. No obstante, guardó silencio sobre la interinidad en la CREG, donde sigue sin nombrar expertos comisionados para que tomen –ellos sí– medidas de fondo sobre las tarifas de la energía. Es decir, Petro en lugar de hacer lo que debe hacer, prefiere culpar a terceros, quienes sí hacen lo que tienen que hacer.
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Mientras cada anuncio presidencial causa estruendo y lleva al país a un estado de nervios, que se traduce en mayor incertidumbre y caos, los colombianos seguimos esperando un parte de tranquilidad proveniente de quien está al frente del Estado y tiene sobre sus hombros la suerte de millones de personas.
¿Cuáles son los efectos reales de cada anuncio presidencial? ¿Hasta cuándo resistirá el sector productivo cada anuncio de Petro? Veamos: