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Después de 25 años de su muerte, no hay una cifra oficial de los asesinatos atribuidos a Pablo Emilio Escobar Gaviria, jefe del Cartel de Medellín que fue abatido el 2 de diciembre de 1993.

Su hijo Sebastián Marroquín estima en 3.000 los homicidios ordenados por su padre. La Policía calcula en 5.500. Pero el número puede ser mayor e incluye policías, periodistas, jueces, árbitros de fútbol y candidatos presidenciales, entre otros.

Entre esas víctimas están el ábitro bolivarense Álvaro Ortega, asesinado por sicarios en pleno Centro de Medellín en noviembre de 1989, cuando caminaba junto a un colega, el barranquillero Jesús Díaz.

Ortega, casado con Betty Barrios, dejó dos hijas, Mónica y Lorena. Su familia, 29 años años después sostiene que todo quedó en la impunidad. Nadie respondió por este asesinato que obligó, por primera vez en el país, a suspender el torneo profesional de fútbol. 

Otra víctima fue Miriam Naza Guzmán, periodista barranquillera, quien murió en Medellín por la explosión de un carrobomba atribuido al capo de la droga. Veinticinco años después de la muerte de Escobar, estos son sus testimonios.