Pablo Beltrán, jefe negociador de la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN), espera que el presidente electo de Colombia, Iván Duque, continúe con el proceso de paz iniciado por su antecesor.
En La Habana, el ELN y una delegación del gobierno saliente de Juan Manuel Santos buscan avanzar en un acuerdo que ponga fin a un conflicto de medio siglo.
Sin embargo, desde el 7 de agosto el tema quedará en manos de Duque, quien ya adelantó que corregirá el acuerdo que en 2016 desarmó y transformó a las FARC en partido.
Beltrán evalúa los efectos que la elección tiene en los propósitos de paz.
¿Cómo toma el resultado de esta elección en Colombia?
Es un auténtico plebiscito por la paz. Los ocho millones de votos por (el exguerrillero de izquierda) Gustavo Petro indican que hay colombianos que quieren que se pase la página de la guerra, que haya cambios, democratización.
Aunque ganó Duque...
Él tiene que tener en cuenta a esos 8 millones de colombianos que dijeron que aquí viene un proceso de paz (...) Puede cambiar la persona, pero la política de Estado frente a la paz tiene que seguir.
Duque dice que hará correcciones al acuerdo de paz con las FARC, ¿qué le parece?
Esa es una costumbre perversa de esta élite. Hace acuerdos pero luego los renegocia para dejarlos más chiquitos. Si le dicen a la guerrilla: dejen de ser un grupo armado rebelde, es cambiar de esencia, pero ellos (el próximo gobierno) no quieren cambiar nada.
Como con las FARC, en el caso del ELN, Duque prometió reinserción pero aseguró que también habrá cárcel...
No hay ningún cambio que altere las condiciones que generan el pensamiento armado. Estas guerrillas pueden dejar de existir pero surgirán otras porque la realidad nacional no se ha cambiado. Sigue habiendo exclusión violenta, desigualdad, sigue habiendo concentración de riqueza, daño ambiental.
La guerrilla debe cambiar y el país también debe cambiar. Ese es un acuerdo de paz.
¿Qué actitud tomará el ELN en caso el nuevo gobierno persista en penalizar a sus miembros?
Los candidatos dicen una cosa y los elegidos dicen otra. Vamos a esperar a que, posesionado este señor, diga qué quiere.
Seguimos en la idea de mantenernos en la mesa hasta el último día, cuando se posesione el presidente (el 7 de agosto). Traemos una agenda que fue firmada con un Estado, y esperamos que si hay más avances, lo más racional es que el nuevo presidente les dé continuidad.
¿Qué tan factible es un cese al fuego? ¿El nuevo presidente asumirá bajo ese escenario?
Hemos avanzado en varias cosas, faltan otras (...) El 25 (de junio) continúan las conversaciones y uno de los objetivos es organizar un gran diálogo nacional y firmar un cese al fuego en el corto plazo.
Esa es la expectativa. Que haya un inicio del cese al fuego antes de que él (Duque) comience (su mandato).
¿Firmarían un acuerdo previo que no dé espacio a retrocesos, como ha dicho el presidente Santos?
Sí, pero tenemos una duda. Vimos un endurecimiento de las posiciones en algunos sectores de la delegación del gobierno. ¿Están esperando a que el nuevo gobierno se posicione y que los acuerdos tengan el visto bueno de él? Eso nos mete dudas, pero vamos a persistir en los puntos de acuerdo.
¿Pase lo que pase, siguen en la mesa?
A mí me dijo un periodista: es que Duque ha dicho que con cese bilateral o no, va a acabar la mesa. Vamos a ver. También hemos hablado con sectores cercanos a Duque, que piden sacar la mesa adelante (...) No nos dejamos intimidar por discursos altisonantes.
¿Un acuerdo de paz es el único camino o puede cambiar ante las circunstancias?
Ya tuvimos una experiencia con el presidente Uribe hasta septiembre de 2007 y de buenas a primeras pateó la mesa. Después retomamos con Santos, esperamos que esta vez no ocurra lo mismo. La búsqueda de la paz es un propósito que hay que mantenerlo por un plazo largo, porque es la única manera de pasar medio siglo de guerra.
Si esta es la manera pacífica de buscar los cambios y se cierra, la élite nos está diciendo: sigan buscando los cambios por la fuerza. La palabra definitiva la tienen ellos.
Si bien el ELN nació influenciado por la revolución cubana, también es cristiano, un carisma que acompaña al gobierno electo. ¿Podría esa ser una vía de entendimiento?
En las familias cristianas se enseña el amor al prójimo. Allí no hay campos para promover odios y rencillas, cizaña, dijo el papa (Francisco) el año pasado. Este es un momento de reconciliación no de mayor polarización.