Un mes y 15 días llevan campesinos y pescadores del corregimiento La Fortuna, en zona rural de Barrancabermeja, ingeniándoselas para sobrevivir a la tragedia ambiental que causó el afloramiento de crudo en el pozo Lisama 158, que contaminó tres cuerpos de agua y causó la muerte a miles de animales en esa región.
Los ganaderos han llevado el ganado a partes altas de este municipio, y más de mil pescadores que no fueron contratados por la empresa Ecopetrol para limpiar los afluentes, están sin trabajo.
Mientras esto ocurre en Santander, el Ministerio de Ambiente anunció que una delegación de las Naciones Unidas (ONU) conformada por seis expertos de Reino Unido, Suecia, México, Guatemala, España y Francia, evaluará el impacto ambiental y humanitario de esta emergencia.
Hasta el próximo 26 de abril, este equipo estará en el punto en donde se originó esta tragedia, para 'realizar un análisis independiente y ofrecer recomendaciones al Gobierno de Colombia sobre las mejores opciones para la recuperación integral de los ecosistemas y las comunidades afectadas por este incidente'.
El presidente de la Junta de Acción Comunal de Meseta San Rafael (otra área afectada), Fabio Hernández, asegura que todavía hay bastante mancha de crudo en la quebrada Lizama, caño Muerto y el río Sogamoso, pese a que Ecopetrol anunció el pasado 31 de marzo que el pozo por fin se había sellado, y que el afloramiento de hidrocarburos estaba controlado.
Los estragos
Dice que hay menores con infecciones respiratorias y granos en el cuerpo; y que la mayoría de las familias campesinas que fueron reubicadas en hoteles de Barrancabermeja, están preocupadas por no estar en el campo. 'Los adultos mayores son los más desanimados por no estar en sus parcelas', agrega.
Según el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, la misión de la ONU se concentrará en cuatro temas fundamentales: 'Lo primero es una evaluación rápida del daño ambiental; lo segundo es una revisión de cómo se atendió la emergencia y qué se puede mejorar hacia futuro; lo tercero, unos lineamientos para el plan de restauración; y lo cuarto, un acompañamiento a los trabajos de recuperación de esta zona'.
Crisis
La situación, sin embargo, es tan complicada que los pescadores que tratan de vender peces que han atrapado en otros afluentes en donde no llegó la mancha de petróleo, afirman que nadie les compra por temor a que el pescado esté contaminado. Ya algunas de las personas que se dedicaban a este oficio, se rebuscan en fincas o se dedican a la agricultura.
Expertos del Grupo de Estudios Extractivos del Magdalena Medio (Geam) y la Coporación Yariguíes, esperan que terminen los trabajos de limpieza para determinar el daño causado en esta región, mientras esta misión, apoyada con recursos de Naciones Unidas y de la Unión Europea, visita las zonas en donde se registró esta emergencia ambiental.