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Rodrigo Aldana, el fiscal de más alto rango en caer y aceptar cargos en medio de un escándalo de corrupción, tiene una historia particular: fue defensor de grandes capos del narcotráfico y exjefes paramilitares, había sido retirado de la Fiscalía en la era de Luis Camilo Osorio por negarse a expedir una orden de captura contra uno de los Rodríguez Orejuela y mientras era aparentemente comprado por el exsenador cordobés Otto Bula para resultar favorecido en procesos por apropiación de tierras, se ganaba 23 millones de pesos como fiscal delegado ante el Tribunal Superior de la capital.

En la misma audiencia hace dos semanas en que no se allanó a los cargos, y posteriormente fue enviado a La Picota con medida de aseguramiento, Aldana, repentinamente, cambió de opinión y admitió haber cometido los delitos de peculado, cohecho y concierto para delinquir, en relación con el caso Bula.

Desde la propia Fiscalía lo descubrieron: la directora de Fiscalías Nacionales Especializadas, Caterine Heyck, lo denunció por no querer devolver unos expedientes que tenía sobre casos de la Unidad de Extinción de Dominio por incautaciones de lujosos bienes de la mafia.

Sin embargo, fue el proyecto de archivo del proceso contra Bula el que lo puso en aprietos con la justicia: dos de las propiedades incautadas a los hermanos narcotraficantes Álvarez Meyendorff, habían sido compradas por Bula.

Una, ubicada en Sahagún, Córdoba, la tierra de nacimiento del exsenador, tiene 23 hectáreas; y la otra, la hacienda ‘Maragón’, de 650 hectáreas.

Por el favorecimiento a Bula, Aldana habría recibido un apartamento valorado en 235 millones de pesos, ubicado al norte de Bogotá y que habría sido escriturado a nombre de su exnovia, Margarita Useche Molina, también vinculada a la investigación y quien asegura que el cordobés la engañó.

Aldana, quien regresó a la Fiscalía en la era de Eduardo Montealegre, había defendido antes a capos como Miguel Ángel Mejía Múnera, alias el Mellizo; José Fernando Lopesierra y Diego León Montoya, alias Don Diego.