Compartir:

 La última vez que Margarita Restrepo habló con su hija fue en una apresurada llamada de teléfono celular, el 25 de octubre de 2002.

Las clases habían terminado y Carol Vanesa, de 17 años, se reuniría con sus amigos en una parada del metro cerca de la gigantesca Comuna 13.

Restrepo y sus hijos habían huido días antes de ese sector violento de Medellín en el que poco después ingresaron miles de soldados colombianos en un intento por ubicar a rebeldes izquierdistas.

La madre rogó a su hija que no se arriesgara a regresar a la comuna, pero la adolescente no hizo caso. Ni la joven ni sus dos amigos fueron vistos de nuevo y a la fecha se desconoce al responsable de su desaparición.

Luis Benavides/APIn this July 24, 2015 photo, Margarita Restrepo, the mother of disappeared Carol Vanesa Restrepo, speaks during an interview in Medellin, Colombia. The last contact Restrepo had with her 17-year-old daughter was a hurried phone call on Oct. 25, 2002. The school day was over and Carol Vanesa was going to meet friends at a metro stop near the sprawling Comuna 13 hillside slum. Neither she nor her two friends have been seen again and, to this day, nobody knows who is responsible for their disappearance. (AP Photo/Luis Benavides)

Margarita Restrepo es la madre de Carol Vanesa Restrepo, una adolescente desaparecida hace 13 años.

Trece años después, Restrepo y decenas de personas más que sufrieron la desaparición de algún ser querido podrían estar más cerca que nunca de conocer la verdad.

Luis Benavides/APWomen look at a poster with images of missing people, during a ceremony to remember the disappeared and kick off a search effort in La Escombrera, on the outskirts of Medellin, Colombia, Monday, July 27, 2015. La Escombrera is a debris landfill where the remains of as many as 300 people are believed to have been dumped during one of the darkest chapters of Colombia’s long-running civil conflict. Human rights activists say the landfill could prove to be the largest mass grave ever found in Colombia and the dig represents a glimmer of hope that justice will be realized. (AP Photo/Luis Benavides)

En una ceremonia celebrada el lunes para recordar a los desaparecidos y dar inicio a las tareas de búsqueda, más de cien mujeres se vistieron de blanco y llevaban siluetas negras de plástico para representar a sus seres queridos. Después de años de silencio por parte del gobierno y gran parte de la sociedad, las familias acogieron con satisfacción el inicio de los trabajos de excavación.

El lunes, un equipo de expertos forenses comenzará el retiro de 24.000 metros cúbicos (31.000 yardas cúbicas) de tierra y otros materiales en La Escombrera, un tiradero de residuos de la construcción ubicado en las afueras de Medellín.

Se cree que los restos de unas 300 personas yacen en el lugar, donde fueron arrojados, durante uno de los capítulos más oscuros del conflicto armado que ha persistido desde hace mucho tiempo en Colombia.

Activistas de los derechos humanos afirman que el lugar podría resultar ser la fosa clandestina más grande de Colombia y que las excavaciones suponen una lejana esperanza para que se haga justicia.

A pesar de que las familias de las víctimas habían exigido hace más de una década el cierre del tiradero y la realización de excavaciones en el lugar, camiones gigantescos seguían trasladando escombros al lugar diariamente. Como sea, la búsqueda será complicada.

'Si esa luz no es para mí, que brille para mis comadres', dijo Restrepo mientras sostenía una pancarta con la foto y la fecha de la desaparición de su hija. Esas pancartas se han vuelto un símbolo llamativo que utiliza el grupo Mujeres Caminando por la Verdad para llamar la atención a su causa.