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Una semana después de que un devastador terremoto de magnitud 6.0 arrasara el este de Afganistán, los médicos en la primera línea se están quedando sin las herramientas para salvar vidas, lo que amenaza con agravar una tragedia que ya se ha cobrado más de 2.200 vidas.

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Desde el primer momento, los centros médicos de la región se vieron completamente superados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) describió los hospitales como “abrumados por la afluencia de pacientes gravemente heridos”.

Un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) confirmó que el hospital de Jalalabad “ya estaba lleno antes del terremoto”. Para el 6 de septiembre, los principales hospitales habían recibido un total acumulado de 2.112 heridos, realizado 289 cirugías y 334 transfusiones de sangre.

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Mohammad Abbas, residente del distrito de Chawkay, fue rescatado por vecinos tras casi dos horas bajo los escombros y tuvo que ser “cargado en una camilla durante dos horas porque las carreteras estaban completamente bloqueadas”, contó a EFE.

El testimonio desde el quirófano

La naturaleza de las lesiones ha puesto una presión extrema sobre los recursos. Según el doctor Tajmir, cirujano general en Nangarhar, “algunos heridos tenían lesiones internas, como hígados, bazos e intestinos desgarrados; otros, fracturas en la cabeza, brazos, piernas y columna”. Este tipo de atención traumatológica requiere una cantidad masiva de material médico especializado.

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Sin embargo, la “falta de equipo adecuado y medicamentos esenciales ha creado serios desafíos”. Esta escasez se ve ahora agravada por las enfermedades producto del hacinamiento de los centros de damnificados.

La OMS ha detectado ya 155 casos de enfermedades infecciosas en Kunar, incluyendo 61 de diarrea acuosa aguda y 17 de malaria, con un posible caso de cólera pendiente de confirmación.

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En respuesta a la escasez, la OMS ha enviado 43 toneladas métricas de suministros, incluyendo 44 kits de emergencia sanitaria, 40 kits de cólera y 7 kits de cirugía de trauma. Aún así, la propia organización advierte que se enfrenta a un déficit de financiación de 4 millones de dólares para sostener la respuesta.

“Sin un apoyo oportuno, se seguirán perdiendo vidas”, sentenció en un informe Jamshed Tanoli, jefe de emergencias de la OMS en el país.

Un sistema sanitario previamente debilitado

Esta crisis aguda se produce sobre un sistema sanitario que ya estaba de rodillas, con al menos 80 centros de salud en la región afectada cerrados recientemente por recortes de fondos antes del terremoto.

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A esto se suma ahora el daño estructural a 16 instalaciones, incluyendo la destrucción total del Centro de Salud Básico de Arit, en el distrito de Nurgal. El jefe de ayuda humanitaria de la ONU, Tom Fletcher, advirtió que el terremoto “expone el coste de la reducción de recursos” que ya había “paralizado los servicios esenciales de salud”.

El terremoto de las mujeres: Una catástrofe de género

Una evaluación de la ONU reveló que las mujeres superan a los hombres tanto en el número de afectados como en el de fallecidos, en gran parte porque las normas de exclusión las confinan en sus vulnerables casas de adobe, que se convirtieron en trampas mortales.

A pesar de ser mayoría entre las víctimas, datos de la OMS muestran que solo el 42% de los heridos que llegan a los hospitales son mujeres y niñas, frente a un 58% de hombres.

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Según el análisis de la propia OMS, esta brecha se debe a “barreras significativas para acceder a la atención” que enfrentan las mujeres, causadas principalmente por la “escasez de trabajadoras sanitarias” y las “restricciones a la movilidad” impuestas sobre las mujeres por los talibanes.

Ante esta situación, el informe subraya que el “despliegue inmediato de personal femenino y la provisión de entornos sensibles al género son urgentemente requeridos”. Como primer paso para abordar esta carencia, la OMS informa de que ya se han desplegado cuatro equipos compuestos por 26 trabajadoras sanitarias de primera línea para realizar evaluaciones de necesidades y riesgos entre la población femenina afectada.