Por estos estos días ha habido una disputa entre Estados Unidos y Brasil por los aranceles que la Administración Trump le quiere imponer al país suramericano, ahora a esto se suma una investigación que adelanta la nación norteamericana por supuestos ataques en redes a sus empresas.
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“La investigación buscará determinar si los actos, políticas y prácticas del Gobierno de Brasil (…) son irrazonables o discriminatorios y obstaculizan o restringen el comercio estadounidense”, expicó la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos.
Dichas prácticas se relacionan con el comercio digital y los servicios de pago electrónico, aranceles preferenciales injustos, interferencia anticorrupción, protección de la propiedad intelectual, acceso al mercado de etanol, y deforestación ilegal, precisaron.
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“Por orden del presidente Trump, estoy iniciando una investigación bajo la Sección 301 sobre los ataques de Brasil a las empresas estadounidenses de redes sociales, así como otras prácticas comerciales desleales que perjudican a empresas, trabajadores, agricultores e innovadores tecnológicos estadounidenses“, aseveró Jamieson Greer, representante de Comercio de la Administración Trump.
Y agregó: “La USTR ha detallado las prácticas comerciales desleales de Brasil que restringen el acceso de los exportadores estadounidenses a su mercado durante décadas en el Informe Anual de Estimación Nacional de Comercio (NTE). Tras consultar con otras agencias gubernamentales, asesores autorizados y el Congreso, he determinado que las barreras arancelarias y no arancelarias de Brasil ameritan una investigación exhaustiva y posiblemente, medidas correctivas”.
Industria y agro brasilero rechazan los aranceles
Las principales patronales de la industria y el sector agropecuario brasileño expresaron este martes su apoyo a la posición adoptada por el Gobierno frente a la amenaza arancelaria de EE. UU. y se mostraron favorables a una negociación que impida una escalada del conflicto comercial.
Los dirigentes de las principales patronales de esos poderosos sectores de la economía fueron recibidos por el vicepresidente y ministro de Industria y Comercio, Geraldo Akcmin, para analizar la posibilidad de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, avance y grave a los productos brasileños con un 50 % a partir del próximo 1 de agosto.
El presidente de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), Ricardo Álvarez Alban, dijo tras una reunión con autoridades del Gobierno que los empresarios rechazan las amenazas de Estados Unidos y que defienden el diálogo como forma de resolver las controversias que puedan existir.
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Los representantes del sector agropecuario explicaron que ya hay frigoríficos que comenzaron a paralizar su producción destinada a Estados Unidos, el segundo mayor cliente de Brasil en ese apartado, solo después de China.
Las patronales del café y de productos cítricos, como el jugo de naranja, también expresaron su preocupación. Al igual que otros representantes del sector privado, abogaron por el diálogo y solicitaron la suspensión de las medidas arancelarias impuestas por Trump, al menos por un plazo de 90 días.
Alckmin subrayó que la posición de los empresarios coincide con la de su despacho, que desde abril -cuando Trump anunció el inicio de su guerra comercial contra el mundo- ha intentado negociar.
Citó diversas reuniones que autoridades brasileñas han tenido en los últimos meses con miembros del Gobierno estadounidense y dijo que Brasil está “empeñado” en mantener ese diálogo para “revertir una situación” que no favorece a ninguno de los dos países.
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Alckmin insistió en que, según dicen hasta los datos de Estados Unidos, la potencia del norte mantiene un superávit en su relación comercial con Brasil desde hace al menos quince años.
Estados Unidos es el destino del 12 % de las exportaciones de Brasil, que el año pasado sumaron 40.300 millones de dólares, en tanto que las importaciones desde la mayor economía mundial fueron por unos 40.500 millones de dólares.
Sin embargo, aunque la discusión entre Alckmin y los empresarios estuvo centrada en los asuntos económicos y comerciales, cuando el presidente de Estados Unidos anunció su intención de sancionar a Brasil con aranceles, expuso razones de un claro tinte político.
Trump justificó esa posible medida en la situación jurídica del expresidente brasileño Jair Bolsonaro, uno de sus mayores aliados políticos en América Latina, quien enfrenta un juicio penal por golpismo en la Corte Suprema.
En opinión del líder republicano, Bolsonaro sufre una “caza de brujas” por parte de una Justicia que también dicta “órdenes secretas” e “ilegales” contra empresas de internet con sede en Estados Unidos y que fueron sancionadas en Brasil por violar las leyes del país.