El papa Francisco ha fallecido a sus 88 años, dejando un gran dolor entre la feligresía de la Iglesia Católica.
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Jorge Mario Bergoglio, nombre de pila del papa Francisco, fue ingresado el viernes 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma por sus problemas de respiración, que resultaron deberse a una bronquitis por infección polimicrobiológica a la que se sumó una neumonía bilateral.

Durante su hospitalización, su cuadro clínico fue calificado de “complejo” y requirió una terapia farmacológica adicional. Incluso en sus últimos días, el papa argentino siguió gobernando la Iglesia católica, aunque desde la planta décima del hospital Gemelli de Roma.
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Esta fue la cuarta vez que entró en este apartamento montado en el hospital por Juan Pablo II, quien, dados sus frecuentes ingresos, lo bautizó como ‘Vaticano 3′, tras el palacio de Castelgandolfo.
En estos doce años de pontificado, que cumpliría el 13 de marzo, a Jorge Mario Bergoglio le fue extirpada una parte del colon y se le operó de una hernia abdominal, pero también pasó por el Gemelli por la bronquitis que le asaltaba cada invierno.
El Vaticano reportó que la noche del viernes 21 de febrero el Papa la pasó “tranquila, en la mañana del domingo desayunó, leyó algunos periódicos y recibió a sus secretarios para seguir revisando documentos.
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Ante la enfermedad, había dejado clara su intención de no claudicar a la primera de cambio. “Se gobierna con la cabeza, no con la rodilla”, resumió, a su estilo, a raíz de unos problemas que le habían obligado a usar silla de ruedas.
El pasado 23 de marzo, Francisco abandonó el Policlínico Gemelli de Roma, donde permaneció 38 días ingresado por una infección respiratoria, y regresó a su residencia de la Casa Santa Marta en el Vaticano, tras recibir el alta médica.
El pontífice, de 88 años, salió del hospital poco después de asomarse a la ventana del apartamento en el que había pasado las últimas semanas, en su primera aparición pública para saludar y dar su bendición tras una hospitalización en la que sufrió dos graves crisis que pusieron su vida en peligro.
“Agradezco a todos”, dijo ante la multitud que abarrotaba desde una hora antes las puertas del centro y las cámaras de televisión de medio mundo, tras aparecer en silla de ruedas, con buen aspecto y sonriente.
Luego de recibir el alta, Francisco continúo con su recuperación, y empezó a presentar mejoras tanto en la respiración como en la voz.
El pasado 10 de abril recibió la visita sorpresa de los reyes británicos Carlos III y Camila, en la que se le vio sonriente, sentado en un sillón y sin las cánulas nasales con el oxígeno.
Un día después, volvió a salir de su residencia en el Vaticano, y se presentó por sorpresa en la basílica romana de Santa María la Mayor.
“A primera hora de la tarde de hoy, el papa Francisco ha llegado a la Basílica de Santa María la Mayor y, en vísperas del Domingo de Ramos y de la Semana Santa, se ha detenido a rezar ante el icono de la Virgen, Salus Populi Romani”, indicó el Vaticano en un escueto comunicado en su momento.
Se trata de última aparición sorpresa del papa durante su convalecencia en a Casa Santa Marta, su residencia, donde los médicos estimaron que debía permanecer al menos dos meses de reposo y con pocas visitas para lograr su recuperación.
Previamente, el papa había reaparecido también por sorpresa el pasado domingo al final de la misa del Jubileo de los enfermos para dar una bendición y saludar a los fieles.
Francisco sí dejó por escrito cómo quería que fuese su funeral, más sencillo que en el pasado, fiel a su estilo austero, sin la exposición del cuerpo en un catafalco en la basílica de San Pedro, sino en un ataúd que ya no será triple como antes.
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Además, dispuso que sea sepultado en una capilla de la basílica romana de Santa María La Mayor, que custodia el icono ‘Salus Populi Romani’, del que es muy devoto, en vez de reposar en la cripta vaticana.