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El postergar los años de vida o descubrir un elixir definitivo de la juventud pareciera ser una constante en la historia contemporánea del humano. Hay existido un afán por querer vivir más tiempo y de esto se ha aprovechado el mercado que de manera frenética crea nuevos productos y tratamientos que prometen restarle años al cuerpo.

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Y eso puede que ayude en alguna medida, pero lo cierto es que, al menos por ahora, seguimos siendo mortales y la longevidad llega o llega no importando las peripecias para evitarla.

Pero hay algunos que no se quedan solo con los sueros para el rostro para frenar el desarrollo de arrugas o las medicinas para retrasar el deterioro cognitivo o con el ejercicio físico para conservar una buena figura.

Hay personas como Kayla Barnes-Lentz que a como dé lugar quieren hacerle el quite al paso del tiempo. Esta mujer gasta cientos de dólares al año con tal de vivir sanamente hasta los 150 años, suena un poco sacado de película de ciencia ficción pero esa es su meta.

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Barnes-Lentz, que se autodenomina como la ‘Biohacker’, en entrevista con el diario The Telegraph aseguró que sigue una rutina muy estricta para no envejecer tan rápido, esto incluye dormir en una “jaula”, tomar muchos suplementos al día y hasta llevar un tratamiento de oxígeno.

La mujer, de 33 años, ha dicho que sus métodos le ha funcionado y que ha logrado retrasar su edad hasta 10 años solo “utilizando pequeños cambios en el estilo de vida”.

La ‘Biohacker’ señala, además, que su objetivo no es ser inmortal sino “vivir tanto como mi marido, no para siempre”.  Su esposo, Warren Lentz, también sigue su costoso e inusual modo de vida. A Lentz cuando lo conoció le pidió una serie de análisis para cerciorarse de que era el compañero correcto en cuanto a salud se refiere.

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Su estricta rutina, según lo que ha detallado en su podcast Longevity Optimization (Optimización de la longevidad), comienza a las 5:00 de la mañana y lo primero que hace es lavarse la boca que incluye rapado de lengua y someterse a un tratamiento con ozono que consiste en enjuagar la boca con aceite de coco.

Una vez finaliza su etapa de higiene bucal procede a someterse a una terapia de campo electromagnético pulsado con el fin de reducir la inflamación y estimular la microcirculación en su cuerpo.

Tras esto entrena y a eso de las 7:00 de la mañana se toma un café fortificado con proteínas, medita e ingresa a una sesión en el sauna. Luego realiza sus actividades diarias como estar al tanto de su Clínica de “mejora biológica” LYV The Wellness Space, ubicado en Los Ángeles, Estados Unidos.

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Sobre las 5:30 de la tarde es la hora de la cena en la que solo consume “alimentos orgánicos y cultivados de manera regenerativa”, lo mismo que hace con su desayuno pero este con bastantes huevos y vegetales fermentados.

Y ahí no termina todo pues viene una segunda sesión de ejercicio hasta que llega la hora de irse a dormir que generalmente es a las 9:00 de la noche pero no lo hace una cama poco usual: una jaula de Faraday, “una caja metálica cuya finalidad es el de proteger los campos eléctricos estáticos, ya que en su interior el campo es nulo y se utiliza para proteger de descargas eléctricas”, según reseña la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo de México.