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La senadora aborigen australiana Lidia Thorpe dijo este lunes que quería entregar al rey Carlos III, de visita en Australia, una “notificación” por su “complicidad en el genocidio” de los indígenas del país oceánico antes de ser obligada a abandonar la sala tras increpar al monarca.

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“El Estado colonial se ha construido sobre el genocidio continuado” de los pueblos originarios australianos, recalcó Thorpe en un comunicado enviado hoy a EFE por su oficina, que indica que la senadora no pudo entregar al rey una notificación que condenaba su “complicidad” con el “genocidio aborigen” tras la llegada de los británicos en 1770.

La senadora, que gritó al término del discurso del rey este lunes en el Parlamento de Camberra, “Devuélvenos nuestra tierra (...) lo que robaste a nuestro pueblo”, también acusó a la Policía que la sacó de la sala de amenazarla con detenerla por ejercer su derecho a la libre expresión.

La política recordó que su tío, el activista aborigen australiano Robert Thorpe, también pidió el pasado 13 de octubre a la Corte Internacional de Justicia que acuse a Carlos III de genocidio, al considerar que las leyes australianas impiden que se procese por al Gobierno o la Corona por este tipo de casos.

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“La Corona británica cometió crímenes atroces contra los Pueblos Originarios de este país, entre ellos crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y la no prevención del genocidio. No ha habido justicia para estos crímenes. La Corona debe rendir cuentas”, enfatizó la senadora Thorpe.

Según la Universidad de Newcastle, desde que la Corona Británica declaró a finales del siglo XVIII que este territorio estaba deshabitado y se amparó en el concepto de ‘Terra Nulis’ (Tierra de Nadie) para reclamar su posesión, y hasta principios del siglo XX, al menos 10.000 indígenas australianos murieron en más de 400 masacres.

Alrededor de una veintena de estas matanzas fueron calificadas de genocidios, apuntan los responsables de esta investigación académica de 2022.

Desde la colonización, los indígenas australianos han sido víctimas de discriminación y denunciado maltratos, además de haber sido desposeídos de sus tierras y separados de sus hijos para ser educados en el seno de familias o instituciones de blancos.

Por otro lado, Thorpe aprovechó la visita de Carlos III para exigir la firma de un tratado con indígenas australianos, que representan el 3,8 % de los más de 27 millones de habitantes que tiene Australia, y una enmienda de la Constitución del país.

Australia, que se rige por un sistema monárquico con una democracia parlamentaria y que tiene a Carlos III como su jefe de Estado, es el único país de la Mancomunidad británica que no tiene ningún tratado con su población indígena.

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Tampoco reconoce en su Constitución a los aborígenes e isleños del Estrecho de Torres (de origen melanesio y que habitan en el noreste de Australia), que habitaron este territorio hace más de 65.000 años.

En Australia han fracasado tanto el referendo para convertir al país en una república en 1999 como otro sobre el reconocimiento de los derechos indígenas el año pasado.

La visita del monarca, quien realiza una gira junto a a la reina Camila por Australia y Samoa entre el 18 y el 26 de octubre, debería “ser una ocasión para decir la verdad sobre la verdadera historia de este país”, agregó la senadora.