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Un 24 de diciembre a las 10 de la noche fue mi primera menstruación. Tenía 10 años y cuando fui al baño a orinar lloré del miedo. Estaba sangrando por la vagina. Esto, aunque me lo habían advertido meramente en el colegio cada vez que llegaba una marca de toallas higiénicas a hacer pedagogía menstrual, aún no me quedaba claro qué era lo que pasaba con mi cuerpo. Lloré, grité y le dije a mi mamá, entre lágrimas, que no quería 'dejar de ser una niña'.