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'Yo no creo que tú vayas a ser capaz' fueron las palabras que más motivaron a Angélica Garcés Sierra para demostrar sus capacidades en un oficio que, por lo general, es dominado por los hombres: la soldadura.

Tras dedicarse durante nueve años a ser impulsadora de ventas en diferentes establecimientos comerciales, la mujer de 31 años oriunda de Soledad, decidió no volver a promocionar productos para crear y transformar piezas metálicas, una dura labor que ejerce hace menos de un año y que en tan poco tiempo, la ha llenado de orgullo.

Garcés Sierra conoció de una oferta laboral, promovida por el SENA y la compañía Relianz, que buscaba mujeres soldadoras; una vacante que le llamó mucho la atención porque 'era una carrera diferente para una mujer y era algo que marcaba la diferencia'.