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El consumo ecorresponsable se está convirtiendo en realidad en el mundo de la moda, con alternativas que incluyen escamas de salmón y hojas de piña, según un estudio publicado este lunes.

'Los productos de moda ecorresponsable se imponen', asegura el estudio divulgado la víspera del salón internacional Première Vision, que reúne durante tres días a más de 2.000 expositores del sector al norte de París.

Casi la mitad de los consumidores encuestados compraron productos de moda responsable en 2019, según el sondeo realizado entre 5.000 personas en Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos por el Instituto Francés de Moda (IFM) y Première Vision.

'Entre los criterios que son importantes para el consumidor, está la protección del medio ambiente, un dato que no era forzosamente previsible', explicó a la AFP Gildas Minvielle, director de estudios del IFM.

Pese a todo, todavía queda camino por recorrer, según los expertos.

'El consumidor se pierde en una profusión de etiquetas y falta de claridad. También hay un temor al 'greenwashing'', es decir, la estrategia que adoptan algunas empresas para dar una imagen ecológica engañosa, según Chantal Malingrey, responsable del área de desarrollo sostenible de Première Vision.

 Residuos de otras industrias

'Cada vez hay más materias que proceden de residuos de otras industrias y muchas provienen de la agroalimentaria'', según Marina Coutelan, a cargo de moda ecorresponsable del salón. '¡Ese es el futuro!', afirma.

Circular Systems, con sede en Los Ángeles, propone por ejemplo tejidos con aspecto de algodón clásico pero fabricados a partir de fibra extraida de hojas de piña mezcladas con corteza de banano y aceite de cáñamo.

Ictyos-Cuir Marin de Francia utiliza la piel del salmón y del esturión curtida sin cromo. 'Las escamas del pescado se convierten así en una bella alternativa a la piel de cocodrilo. Pueden reemplazar perfectamente las pieles exóticas', según Coutelan.

La empresa griega Varvaressos defiende por su parte el seguimiento de toda la cadena de producción del algodón, puesto que en su caso 'entre los campos de algodón y la hilandería local solo hay 190 km'.

'Normalmente, cuando una marca de moda compra un tejido, puede saber que ha sido confeccionado en Italia por ejemplo, que el hilo viene de Turquía, pero ir más allá siempre es muy complicado', según Coutelan.

'A veces, el algodón puede crecer en China, ser hilado en India, tejido en Turquía y luego partir a producción a Bangladés para ser vendido como producto acabado en Estados Unidos. Los impactos en términos de emisiones de CO2 son catastróficos', añade.

Varias iniciativas del sector tienen como objetivo defender al cuero y la lana mediante campañas de comunicación sobre el proceso de fabricación, pese a las críticas que llevan a algunas firmas a abandonar su uso.

'El problema no es el cuero ni la lana sino la forma en que se producen. Cuando sabemos cómo se crían las ovejas, cómo se esquilan, se tranquiliza' al consumidor, según Coutelan.

El grupo ID Factory permite trazar el conjunto del ciclo de la producción de cuero.

'La realidad es que las ovejas necesitan ser esquiladas, y si dejamos de utilizar el cuero, habrá que quemar los 300 millones de toneladas de carne consumida. ¡Una catástrofe en términos de CO2!', insiste Coutelan.