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Poner su cuerpo al límite, entrenar física y neurológicamente, tener el apoyo médico y técnico, y haber planificado deportivamente las competencias, a veces no es suficiente para que el deportista supere a uno de los contrincantes más fuertes: el clima.

En ese sentido, las delegaciones de los países que participan en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 debieron tener muy en cuenta las condiciones meteorológicas de la capital de Japón en su organización, para que los atletas, jugadores, pesistas, gimnastas, etc., logren tener un buen desempeño y puedan llevarse consigo alguna presea.

Además de la pandemia por la covid-19, las altas temperaturas y la humedad de Tokio, aspectos ligados al calentamiento global, también han sido obstáculos a vencer en estas justas. Durante los JJOO, se han alcanzado con frecuencia los 32,2°C o más, pero con la humedad, la sensación térmica puede ser de hasta 37,7°C.

En 2018 se registraron más de 1.000 muertes por la ola de calor en ese país. Este año, del 19 al 25 de julio, más de 8.000 personas han sido hospitalizadas por posibles golpes de calor. De manera que, la preparación y el acondicionamiento del deportista para enfrentarse al calor extremo ha sido uno de los mayores retos por parte de los cuerpos técnicos.

Y no solo en los Juegos Olímpicos, sino en cualquier competición deportiva o prueba que conlleve alguna actividad física, los deportistas deben tener una preadaptación y un análisis general del espacio donde se va a ejecutar la disciplina para que logren su cometido.