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Además del ya conocido caracol africano, en el Caribe existen otras especies invasoras que con el paso de los años han encontrado en esta región condiciones propicias para adaptarse. 

Uno de estos especímenes es el camarón tigre que, según el biólogo Joe García Quiñones, ya ha ido desplazando a especies propias de dicho ecosistema acuático en Barranquilla.

El especialista en Análisis de Gestión Ambiental explica que para que una especie llegue a ser considerada como invasora debe registrar 'algo de crecimiento poblacional', ya que precisamente tiene la 'capacidad de adaptarse a las condiciones donde se establece desplazando especies nativas e incluso interviniendo en los procesos de reproducción de la especie'.

Esto es lo que sucede con el camarón tigre, que debido a su alta capacidad de adaptación ha empezado a desplazar especies nativas que por lo general los pescadores pueden encontrar en los cuerpos de agua. Por ejemplo, en la ciénaga de Mallorquín sus pescadores indican que en la actualidad encuentran más camarones tigre que los nativos, lo que indica que su población se ha visto disminuida.

Pero, ¿cómo llegaron hasta allí? Según el experto, esta especie fue introducida en el Caribe con fines de producción en camaroneras en cultivos a ciclo cerrado y 'al no tener un control de los mismos, estos llegaron a cuerpos de agua naturales'.

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García advierte que cuando en un cuerpo de agua se registra una especie invasora 'es muy complicado su control'; sin embargo, en la ciénaga de Mallorquín se han promovido algunas metodologías para controlar a este invasor como capturas masivas o introduciendo especies nativas que puedan ayudar con la intervención.

Cabe destacar, en el caso de esta especie, que por ser invasora no significa que no sea comestible.

García pone el ejemplo del pez león. 'Este es muy peligroso en el agua, pero cuando lo sacas se convierte en una excelente carne para el consumo', dice.

El camarón tigre, identificado como un crustáceo decápodo, vive en aguas con cierto grado de salinidad, pero también puede sobrevivir en lagunas costeras 'entendiendo que estas también presentan algo de salinidad'.

La adaptación de esta especie se da en aguas que no son tan profundas y además les garantizan la cantidad de oxígeno que necesitan, como sucede, según García, con la ciénaga de Mallorquín, que le ofrece todas las condiciones para su supervivencia.

Preocupación. De acuerdo con el experto, a nivel biológico cualquier especie que entre a alterar las condiciones naturales de un ecosistema debe generar preocupación porque 'puede conllevar a posibles desplazamientos de especies nativas que también deben cumplir una función importante en dicho entorno'.

Agrega el experto que una vez se tenga identificada el invasor se 'deben tomar acciones y medidas de control, e incentivar al consumo de esta especie para poder regular un poco las poblaciones naturales en dicha área'.

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Lechuga y buchón de agua

Estas especies acuáticas registran un alto grado de invasión cuando encuentran las condiciones óptimas. En el Atlántico se adelantan controles cuando estas plantas generan 'tapones' que no permiten la navegación de embarcaciones pesqueras, imposibilita el ingreso de agua que refuerce el proceso de oxigenación y conllevan a la acumulación de carga orgánica que causa un fenómeno conocido como eutrofización, este último es el proceso más importante en la contaminación del agua. 

Aunque el biólogo explica que estas también 'cumplen una función ecológica importante', se debe tener control de la misma para evitar que más adelante terminen convirtiéndose en un problema para el entorno acuático. En dicho caso, cuando se encuentra un 80% de invasión de alguna de estas especies, el cuerpo de agua pierde la posibilidad de recibir los rayos del sol afectando su proceso natural. En el río Magdalena hay presencia de estas, pero el problema crece cuando llegan a cuerpos de agua como lagos y lagunas porque se establecen allí generando los problemas anteriormente mencionados.

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