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La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el 19% de los manglares del mundo desaparecieron entre 1980 y el 2005. El programa del organismo, pero para el Medio Ambiente, advierte que los manglares se encuentran amenazados por causa del desarrollo costero sin planificación, por su tala y deforestación indiscriminada, y en algunas partes del mundo por la acuicultura descontrolada. 

Este panorama lo puede palpar Jefferson Mena, pescador de la Ciénaga de Mallorquín. Cuenta que hace menos de un año abandonó sus faenas pesqueras debido a una nefrosis renal que lo aqueja.

Este hombre de 29 años recuerda cómo en cada uno de sus viajes por la ciénaga se encontraba de cara con la contaminación, directamente ligada al resultado de sus jornadas de trabajo.

Botellas plásticas, poliestireno expandido, bolsas, zapatos y cada vez menos pescados caían en la atarraya de este pescador artesanal.

'El humano es el que está dañando todo esto. Nosotros mismos estamos afectando esto tan bello y hermoso', reniega Mena, quien hace tres años vive en inmediaciones del cuerpo de agua atlanticense.

Su contacto directo con el ecosistema lo llevó a involucrarse con la protección y conservación del manglar. Cerca de donde vive existe una especie de invernadero de manglares y, aunque no es de su propiedad, conoce al pie de la letra los detalles de la siembra de las plantas que forman este tipo de bioma (cada unidad ecológica en que se divide la biosfera atendiendo a un conjunto de factores climáticos y geológicos que determinan el tipo de vegetación y fauna).

Reitera que la acción del hombre ha dado como resultado el deterioro de estos ecosistemas que albergan la presencia de garzas, pelícanos, fragatas, serpientes, tortugas, ranas y cangrejos, entre otros.

Impacto del hombre

Un estudio realizado por investigadores de las universidades Simón Bolívar y de la Costa, en Barranquilla, Universidad de Cádiz (España) y la Escuela Naval, analizó la evolución de este ecosistema en las ciénagas de Mallorquín, El Totumo y La Virgen.

Según la investigación, en la Ciénaga de Mallorquín 'los cambios ocurrieron de manera particular por el crecimiento urbano a orillas de la parte sur del humedal: de 1998 a 2013 se perdieron alrededor de 51 hectáreas por tala ilegal, acumulación de desechos y trabajos de relleno artificial', detalla el estudio que fue publicado en la revista científica suiza ‘Water’.

También revela la investigación que se dieron cambios en el banco de arena que separa a la ciénaga del mar. Entre 1939 y 1987 se erosionaban en promedio 65 metros por año. Esto debido a la 'construcción del tajamar occidental de Bocas de Ceniza en la desembocadura del Río Magdalena, que también disminuyó el suministro de agua dulce del cuerpo hídrico'.

Paula Sierra-Correa, coordinadora de investigación e información de gestión marítima y costera de Invemar (Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis), describe que Colombia es uno de los países con mayores extensiones de manglar y a su vez cuenta con zonas críticas debido al impacto de la actividad humana.

De acuerdo con la investigación de las universidades, 'Colombia tiene la tasa anual más alta de deforestación' de manglares 'en Suramérica, con valores entre 1.1% y 0.6% para el período 1980-1990 y 2000-2005, versus valores promedio de 0.69% y 0.18% observados en América del Sur'.

Ante estos datos, Sierra Correa expone que desde hace algunos años en el país se han empezado a tomar medidas para proteger este tipo de ecosistemas ejecutando acciones como zonificación, monitoreo y caracterizaciones en áreas de manglar.

Dichas tareas, según la experta, le han sido asignadas a las corporaciones autónomas regionales. 'Para el caso particular del Caribe Colombiano, estas corporaciones en su integración al SIRAP han hecho esfuerzos importantes por conservar, proteger y recuperar áreas de manglar', admite Sierra-Correa.

En el Atlántico, aunque no se albergan grandes extensiones de manglares, los de la Ciénaga de Mallorquín son muy importantes para el equilibrio del ecosistema de toda la zona.

'Se han venido haciendo esfuerzos importantes para entender la hidrodinámica de ese lugar y para integrarlo en el desarrollo sostenible dentro del esquema de biodiverciudades, un proceso al que Barranquilla ha entrado', explica Sierra-Correa.

Para Invemar, el hecho de que Colombia cuente con la segunda extensión más importante de manglares en Suramérica, después de Brasil, debe ser considerado un motivo de orgullo, pero sobre todo de responsabilidad para protegerlos.

Resiliencia natural

'Los manglares son ecosistemas altamente resilientes, durante mucho tiempo no fueron vistos con buenos ojos. Se pensaba que era un bioma con una mayor presencia de mosquitos y problemas de enfermedades, por lo que se creía que había que prescindir de ellos', señala la experta.

Por este y otros falsos conceptos, Sierra-Correa referencia que en épocas anteriores hubo mucha tala.

Con el paso de los años y luego de desarrollar investigaciones se logró concienciar a muchas poblaciones sobre la importancia de este ecosistema. Según Invemar, es importante entender que los manglares protegen las líneas de costa, son la barrera natural.

'En ese sentido para el Caribe colombiano son fundamentales. Son una barrera natural cuando surgen las grandes tormentas. Ellos se convierten en esa primera barrera que va a disminuir el embate de las olas', explica.

Otras áreas

La Ciénaga Grande de Santa Marta, según Sierra-Correa, es una de las áreas a las que hay que prestarle una atención especial por ser considerada como 'muy vulnerable'. 'Representa la porción de manglares más importante del Caribe, pero ha tenido muchas dificultades. Es un ecosistema muy impactado por la acción del hombre en la década de los 60'.

Adela Patricia Castro, del Sistema Regional de Áreas Protegidas (Sirap) Caribe, coincide en que en la actualidad el ecosistema está altamente amenazado, y aunque cuenta con la intervención de varias instituciones, la misma dinámica depredadora lleva a que los resultados no sean óptimos. Por el contrario, se ha llegado a decir que el daño es casi irreparable.

Entre las instituciones que intervienen para la conservación de este ecosistema se encuentran las alcaldías municipales, el Ministerio de Agricultura, la autoridad ambiental, Dirección General Marítima, entre otras.

'Aunque hay muy buena planificación y organización, a la hora de resultados de conservación de este ecosistema la cosa es muy limitada porque las amenazas le ganan', advierte.

En la actualidad, para esta área se maneja una meta de conservación del 100%. Según datos del Sirap, ahí se reporta la presencia de 41 especies endémicas y/o amenazadas, divididas en 13 plantas, 11 aves, 8 mamíferos, 6 peces y 3 reptiles.

Una buena porción de esta zona prioritaria está asociada al área importante para la Conservación de las Aves (AICA) Reserva de Biosfera Ramsar Ciénaga Grande, Isla de Salamanca y Sabanagrande.

Conservación y protección

En el marco del Sistema de Áreas Protegidas Caribe, se identificaron 19 áreas prioritarias con más de 34 mil hectáreas para la conservación que incluyen ecosistemas de manglar.

Dicha acción se realiza, según el Sirap, con el fin de recuperar la estructura ecológica marino costera del Caribe colombiano y de esta forma 'garantizar el desarrollo de actividades como pesca, ecoturismo, captación de carbono, aprovechamiento sostenible, entre otros'.

'En esta áreas ya se están trabajando estrategias de conservación como pesca y ecoturismo sostenible, y declaratoria de futuras áreas protegidas', indica Castro.

Con relación a la Ciénaga de Mallorquín, Barranquilla Verde se encuentra adelantando los estudios para proteger bajo una figura de conservación sus manglares y los correspondientes a la jurisdicción de la CRA que se hayan establecido en el Plan de Manejo y Ordenamiento de una Cuenca (Pomca).

Este domingo la Unesco celebra el Día Internacional de la Protección del Ecosistema de Manglar, fecha que se conmemora desde el 2015 con el fin de crear conciencia sobre la importancia de realizar las acciones necesarias para preservar este tipo de biomas. Ojalá que los proyectos pasen pronto a los hechos antes de que el Atlántico y el Caribe colombiano en general pierdan esta barrera natural. De suceder esa catástrofe ecológica las consecuencias son incalculables, señalaron varios de los expertos consultados en este reportaje.