La presencia de microplástico en los ecosistemas marinos es un mal que cada vez causa más estragos en la salud de los peces e incluso en la salud humana.
Estas partículas pueden llegar a medir menos de cinco milímetros lo que hace que su manejo como desecho contaminante sea muy complicado.
La ecóloga Valeria Jiménez analizó la presencia de microplástico en los peces de Isla Grande, Bolívar. Para ello extrajo partículas contaminantes del tracto digestivo de 60 peces pertenecientes a cinco especies diferentes. Todas estaban distribuidas en los ecosistemas de arrecife de coral y manglar.
Según el estudio, en todos los peces fue hallado el contaminante en sus tractos digestivos.
'Estos fragmentos, al ser tan pequeños, son confundidos con alimento por los peces, ya que las especies analizadas son depredadoras visuales', explica Jiménez.
Los colores de los materiales hallados en los organismos dan indicio de ello. Eran negros y verdes, iguales que sus presas naturales, lo que genera confusión en los peces.
Andrea Luna, directora del semillero Aquasistemas, de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana, explica que estos animales al consumir esos fragmentos experimentan una sensación de saciedad.
'Sienten que sus estómagos están llenos, pero en realidad no se están alimentando con nutrientes que son importantes. Así, pueden presentar deficiencias por falta de recursos energéticos, afección en el sistema inmunitario, problemas de desarrollo y dificultad para la reproducción', agrega Luna.
Otros impactos negativos para el organismo de los peces identificados por las científicas, se encuentran: bloqueos internos, lesiones en el tracto digestivo y exposición a químicos contaminantes.
Cuando un espécimen sufre obstrucción en su sistema digestivo, no hay una normal circulación de alimentos y por lo tanto tampoco una expulsión regular de desechos.
En hembras es donde se ha encontrado la mayor cantidad de plástico. Según Jiménez, las hembras requieren alta demanda de energía para el proceso de reproducción y producción de óvulos saludables.
'En algunas especies a las hembras les toma un año más madurar sexualmente, comparado con los machos. Esto hace que consuman mucho más alimento y potencialmente, más plástico', detalla.
Pero los efectos de la acumulación de este material van más allá. Como el organismo no puede degradar dichas partículas, las hembras en especial no se nutren adecuadamente y esa desnutrición tendrá impactos directos en la descendencia. Esto puede hacer que las crías no tengan todos los elementos requeridos para su desarrollo y podrían nacer con ciertos problemas neurológicos, desnutridos y de menor tamaño.
Los polímeros que más se encontraron en los peces analizados en los ecosistemas de manglar y arrecife de coral de Isla Grande fueron: poliéster (utilizado para la elaboración de textiles), PVC (usado en láminas para empaque de productos), PET (empleado en la elaboración de botellas plásticas) y polietileno (utilizado en envolturas de plástico y bolsas).
Green Peace. Un informe presentado este año por la Organización internacional destaca que unos 8 millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente, formando el 60-80% de la basura marina, en su mayoría en forma de microplásticos (fragmentos inferiores a 5 mm).
'Se desconoce la cantidad exacta de plásticos en los mares, pero se estiman unos 50 billones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas. Es un problema global que está aumentando de forma alarmante'.
Hasta el momento se han identificado cinco islas de basura formadas en su gran mayoría por microplásticos 'algo similar a una sopa: dos en el Pacífico, dos en el Atlántico, y una en el Índico'.