Los gorilas y chimpancés de África occidental podrían ser el doble de numerosos pero sus poblaciones siguen en peligro de extinción, reduciéndose rápidamente y con necesidad de protección urgente, según los hallazgos de un estudio internacional.
De acuerdo con un nuevo conteo, los gorilas de llanura (Gorilla) del oeste de África ecuatorial suman cerca de 362.000, frente a estimaciones previas que los situaban entre 150.000 y 250.000 individuos, dijo el informe en la revista Science Advances.
Los chimpancés, por su parte, ascienden a 129.000, contra 70.000 a 117.000 que mostraron conteos anteriores.
Además, el 80% de los grandes simios viven fuera de las áreas protegidas, de acuerdo con esta proyección hecha por un modelo matemático en las zonas donde no están censados directamente.
'Normalmente, cada parque nacional o área protegida hace una estimación de sus animales', dijo la doctora Fiona Maisels, de la Wildlife Conservation Society (WCS), coautora del estudio.
Para llegar a las nuevas cifras del estudio 'encontramos una manera de contar los animales' que no están incluidos en censos anteriores, centrándose durante 11 años en 59 sitios en cinco países, especificó a la AFP.
Los investigadores están 'encantados' de tener una estimación más precisa de estos datos, agregó, pero eso no cambia el hecho de que los gorilas y los chimpancés siguen siendo especies en peligro de extinción.
'Lo que nos preocupa es que los gorilas desaparecen a un ritmo de 2,7% anual'.
A este paso, en tres generaciones, el número de gorilas se habrá reducido en un 80% con respecto a su nivel actual. El 19,4% de su población ya desapareció entre 2005 y 2013.
'Otra cosa preocupante es que la mayoría de los gorilas y los chimpancés no viven en áreas protegidas', dijo la experta.
Casi el 60% de la población conocida de gorilas y el 43% de la de chimpancés se encuentran en la República del Congo.
Aunque matar gorilas está prohibido en cualquier lugar del mundo, la caza ilegal sigue siendo la primera amenaza para su supervivencia, por delante de la enfermedad y la reducción de su hábitat natural.
El estudio advierte que se deben incrementar los esfuerzos para combatir la caza furtiva, tanto en las áreas protegidas como fuera de ellas; una mejor planificación del uso de la tierra también podría ayudar a preservar el hábitat natural.