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Era un schnauzer de unos 12 años. Gozaba de un buen estado de salud a pesar de los achaques propios de su edad. Su mayor problema, recuerda el veterinario y zootecnista Óscar Ahumada, era una patología cardíaca que tenía por un daño en una válvula de su corazón. Estaba medicado de por vida.

El animal vivía en el barrio Recreo. Una noche de diciembre su vecino comenzó a lanzar pólvora, concretamente lo que se conoce en Barranquilla como ‘totes’. Por su poder explosivo, su uso ha dejado a muchas personas con dedos de la mano amputados, entre otras lesiones.

En fin, este individuo, que ya había manifestado episodios agresivos contra el schnauzer, esa noche de diciembre lanzó varios totes, a pesar de que sus vecinos le manifestaron que no lo hiciera por el estruendo que generaban y su propia seguridad.

Ante las continuas explosiones, narra el veterinario, el perro se asustó tanto que se desmayó. Antes de esto se orinó y se excretó encima. Cuando llegaron a la veterinaria el animal ya estaba muerto, 'fue imposible reanimarlo'.

Tristemente el caso de este schnauzer se repite mucho en este mes de diciembre, enlutando a muchas familias que consideran a su perro un miembro más de ellas. Igual pasa con los que están en la calle sin hogar e incluso aves que tampoco toleran el estruendo violento de la pólvora.