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En una tarde pletórica de emociones, la Universidad del Magdalena inauguró la ‘Casa Palafítica’, una joya arquitectónica construida sobre el lago, la cual servirá como Aula Intercultural para la comunidad académica.

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Con esta estructura, la alma máter rinde homenaje al ingenio, tradición y sostenibilidad de los pueblos palafitos y pescadores que habitan la Ciénaga Grande de Santa Marta, la laguna costera más extensa y productiva de Colombia.

Su construcción estuvo a cargo de Rafael Gutiérrez Orozco y Neil Castro González, a quienes el rector, Pablo Vera Salazar, llamó “ingenieros ancestrales”. Son nativos de Tasajeras, pero con raíces profundas en Trojas de Cataca, El Morro (Nueva Venecia) y Buenavista, poblaciones enclavadas en la Ciénaga Grande.

La obra

Con capacidad para 25 personas, con una dimensión de 42 metros cuadrados y $45 millones invertidos, la casa - aula se levanta sobre el agua del lago del campus universitario como una obra de arte flotante que pareciera haber sido sacada de un cuento mágico.

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Su diseño responde a la necesidad de integrar el entorno natural con la enseñanza, fomentando el respeto por los ecosistemas y la cultura de las comunidades palafíticas.

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La plataforma sobre la cual levanta se sostiene por 70 pilotes de madera de tipo amargo y está revestida con tablas de caracolí, en la que se plasman coloridos dibujos que simbolizan la riqueza de la región, exaltando la fauna y la flora. La cubierta es en eternit.

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La casa - a la que se llega a través de cuatro botes - está conectada a un sistema de energía solar, garantizando su operatividad sin impacto ambiental significativo.

Además, la gama de colores vivos y llamativos que tiene, simbolizan la resiliencia de una comunidad que ha sido golpeada por la violencia y por la desidia del Estado.

Su uso

La casa palafítica será utilizada como aula intercultural, donde se desarrollarán actividades que promuevan el diálogo y el entendimiento entre las diferentes comunidades de la región.

Se proyecta como un nodo para el diálogo de saberes entre la comunidad universitaria y los habitantes de la Ciénaga Grande de Santa Marta, rescatando y fortaleciendo sus tradiciones ancestrales.

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Es también un símbolo de la integración entre identidad regional y sostenibilidad, consolidando a la Universidad del Magdalena como un referente de educación inclusiva, culturalmente pertinente y comprometida con el desarrollo sostenible.

Es un modelo para replicar: rector Vera

El rector de la Unimagdalena, Pablo Vera Salazar, destacó la importancia de este espacio, el que considera “un punto de encuentro entre la academia y las comunidades que han habitado la Ciénaga Grande durante siglos”.

“Es más que una estructura física, es un símbolo de cómo la universidad puede dialogar con los saberes tradicionales y contribuir a soluciones sostenibles para problemáticas del territorio”, anotó.

Dijo que “aquí convergen la ciencia, la historia y el legado cultural de nuestra región”.

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Señaló el máximo directivo de la Casa de Estudios Superiores, que “en este lugar se tiene la oportunidad de fusionar lo mejor de la ingeniería moderna con la sabiduría de nuestros ancestros”.

“Es un modelo que podemos replicar en diferentes comunidades para mejorar sus condiciones de vida sin perder su identidad cultural”, precisó el rector Vera Salazar.

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