En sesión del 15 de diciembre, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural declaró Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional a la Catedral Basílica Menor de Santa Marta. La emblemática edificación entra a formar parte de los más de 1.100 inmuebles con esta categoría en Colombia.
Este patrimonio arquitectónico gozaba de una protección similar al formar parte de las construcciones del Centro Histórico de la ciudad, pero esta era una declaratoria genérica por estar en el contexto histórico, la reciente, a diferencia de la anterior, es de de manera puntual al inmueble.
La noticia de la exaltación nacional la entregó Rodrigo Llano Isaza, delegado de la Academia Colombiana de Historia, mediante chat que hizo llegar al presidente la Academia de Historia del Magdalena Álvaro Ospino Valiente.
Este último explicó que la declaratoria de un bien material como de interés cultural, es el acto administrativo mediante el cual el bien queda cobijado por el Régimen Especial de Protección contemplado en la Ley.
'Para hacerlo, debe contener todos o algunos de valores de orden histórico, estético o simbólico, basado en criterios de antigüedad, autenticidad, constitución, forma, estado de conservación, contexto ambiental, urbano y físico, asi como representatividad y contextualización sociocultural del mismo', comentó.
Indicó que cuando un bien es declarado de interés cultural, el propietario del mismo adquiere ciertos deberes y derechos.
'Como deberes, velar por la conservación, el mantenimiento y protección y como derechos o beneficios tributarios, establece una deducción de gastos relacionados con planes especiales de protección, destinados al mantenimiento y conservación', comentó.
HISTORIA
La Catedral Basílica de Santa Marta es un templo católico de estilo renacentista situado en el centro histórico de Santa Marta.
Fue la primera Iglesia construida en jurisdicción eclesiástica en América del Sur. En el siglo XIX, albergó durante 12 años el cuerpo de Simón Bolívar y contiene los restos de Rodrigo de Bastidas, el fundador de la ciudad.
El arquitecto y escritor Álvaro Ospino Valiente, narra que la historia de la Catedral, está ligada a la gestión de los dos mejores gobernadores de esta provincia durante la dominación española.
El primero, el ingeniero militar Antonio de Narváez y La Torre, quien se hace cargo de la obra suspendida en 1778.
El segundo, José de Astigárraga (1786-1793) por la dedicación en su construcción, marcada por la lentitud, debido a las dificultades económicas y otras prioridades a raíz de la guerra contra Inglaterra.
Por ello tuvo tres etapas o momento de intensos trabajos: 1766, 1785 y 1794. El 8 de diciembre de 1766, día de la Inmaculada Concepción, protectora de la ciudad, se colocó la primera piedra.
'La construcción fue progresiva por los pocos recursos decretados por el monarca y por muchos años permaneció en cimientos y con riesgo de perderse lo invertido', relató.
Dijo que mientras tanto, los oficios religiosos se efectuaban en la iglesia de San Francisco, que no daba cabida a tantos feligreses que acudían a las grandes solemnidades.
Para captar recursos para la obra, el obispo Agustín Manuel Camacho y Rojas propuso al rey un impuesto de medio Real sobre la venta de cada frasco de aguardiente que se consumiera en la provincia, que fue oficializada mediante Real Cédula del 14 de enero de 1774.
El virrey Manuel Guirior argumentaba que los habitantes no podían pagar más impuestos y que tal medida podía fomentar el contrabando, sobre todo de licores.
Conceptuó entonces que era más urgente fortificar la plaza, que construir un edificio demasiado lujoso y magnífico para una población tan pequeña.
Así las cosas mandó a suspender los trabajos y propuso suprimir el obispado de Santa Marta, agregándolo a la mitra de Cartagena.
El rey le censuró por no cumplir su mandato, reiteró el cobro del impuesto a la continuación de la obra, al igual que la subsistencia del obispado.
'Si no fuera por las continuas reales cédulas, esta ciudad nunca hubiera contado con una iglesia de primer orden', anotó Ospino Valiente.
Agrega que 'en verdad, el volumen de la Catedral estaba fuera de contexto y escala'.
'Era una obra demasiada monumental con relación a la pequeña ciudad', comentó.
TERMINACIÓN DE LA OBRA
En virtud del gran interés del rey Carlos IV, dispuso el envío del ingeniero militar y Director de la Reales Obras, Antonio Marchante que prestaba su servicio en Santa Fe de Bogotá para que se pusiera al frente de dicha obra, llegando a Santa Marta a finales de 1789, ofreciendo tenerla acabada en el término de tres años.
Una Real Cédula del 7 de diciembre de 1792, le reiteraba al gobernador Antonio de Samper poner en práctica el plan adoptado para la continuación de la obra. En septiembre de 1794, Marchante entregó terminada la Catedral en obra blanca, pero faltaba lo necesario para su puesta en servicio, como ornamentos, pilas, silletería, vasos sagrados, libro, órgano, cómodas, etc.
Solo hasta julio de 1796, el gobernador Antonio de Samper, hace entrega formal del edificio al obispo de Santa Marta.
La Catedral de Santa Marta sufrió las consecuencias de las guerras civiles posteriores a la independencia de España, como los combates sufridos en su interior durante la guerra civil que la dejaron en estado deplorable en 1860. Las penurias económicas de la ciudad impidieron su recuperación.
Al siguiente siglo, mediante oficio No. 5123 de mayo 6 de 1930, la Nunciatura Apostólica le informa al obispo García Benítez que la Catedral de Santa Marta había sido oficialmente erigida en Basilica Menor.