Los ojos se le humedecen y la voz se le entrecorta. Es que su vida no es la misma desde el 20 de septiembre de 2018, cuando Albertico, su hijo de 6 años, desapareció sin dejar rastro en el corregimiento de Tigrera, jurisdicción de Minca.
Con el mismo dolor de hace dos años, Yuliana Sanguino se aferra a la esperanza y presiente que su pequeño 'aún está vivo'.
Pese a que desde el día que su hijo desapareció no ha cesado de llamar la atención de las autoridades y de la comunidad para que no se olviden del caso y sean solidarios con ella, manifiesta con tristeza y desilusión: 'Parece que todos me han abandonado'.
'No me han dicho nada; yo pregunto en Tigrera, averiguo por aquí y por allá, pero nadie da razón', precisó.
Y agregó: 'Se olvidaron de Albertico y de mí porque no me han vuelto a llamar'. Comenta que aún está a la espera 'de la casa que me prometieron'.
Sin noticias
Yuliana sostiene que no le dan información ni de su hijito ni de la investigación por la muerte de Alberto Cardona Tapia, padre del pequeño, quien fuera hallado muerto cerca al río Tigrera, con un tiro en la cabeza, dos días después de su desaparición junto con el niño.
Comentó que Albertico debe tener en estos momentos 8 años, y recalca: 'Mi corazón me dice que está vivo.
'Si alguien sabe algo que me avisen, que yo voy hasta donde me digan', enfatizó.
Este medio buscó respuesta de las autoridades competentes sobre la investigación del caso, pero ninguna suministró información.
Sin embargo, se supo de fuente no oficial que el caso aún 'se encuentra en etapa investigativa, luego de que se obtuvieran las declaraciones juradas'.
Mientras tanto Yuliana sigue a la espera de las respuestas a tres preguntas: '¿Dónde está? ¿Qué estará haciendo? ¿Quién lo tiene?'.
El caso
Alberto Cardona Sanguino desapareció el 20 de septiembre de 2018, en Tigrera, un caserío del corregimiento turístico de Minca, a 20 minutos de Santa Marta.
En compañía de su papá, Alberto Cardona Tapia, salió a la escuela a buscar las notas de estudio de sus otros dos hermanos.
Las horas pasaban y padre e hijo no volvieron a casa.
En la escuela de Tigrera los profesores testificaron que ambos estuvieron allí y los vieron salir tranquilos y animados.
La búsqueda se inició luego de que una líder comunal alertara al pueblo y denunciara ante los medios de comunicación la desaparición de padre e hijo.
De inmediato se inició una operación interinstitucional.
La Policía, la Defensa Civil, el Ejército y voluntarios civiles emprendieron la búsqueda por las riberas del río Minca.
Llegaron a pensar que quizás se ahogaron al atravesar el caudal, tal vez arrastrados por la corriente ante una súbita creciente.
Sin embargo, dos días después, en un paraje, cerca al río, fue hallado el cadáver del padre. Tenía un impacto de bala en la cabeza. ¿Y el niño?, era la pregunta que todos se hacían. Las tareas de búsqueda del menor se acentuaron con perros especializados, pero los esfuerzos resultaron infructuosos.
Dos años después, todo sigue igual, no se sabe nada y el dolor por la ausencia su hijo es mayor para Yuliana.
'Sigo a la espera porque para mí Albertico está vivo', dijo con fe.