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Aunque el tema de moda en Santa Marta es la aguda crisis por desabastecimiento de agua, podría decirse que es un tópico que data de muchos años atrás, en el que se han conjugado los efectos de la naturaleza (Fenómeno del Niño) y la falta de voluntad política de los administradores, especialmente del reciente pasado.

Nadie entiende como la ciudad más antigua del país, siendo dueña de una Sierra Nevada donde nacen ríos que la irrigan, tenga que proveerse de agua en carrotanques, tractocamiones y hasta carros de mulas.

Pero más allá de este sistema de aprovisionamiento, los samarios han llegado a convertirse en 'topos humanos'. Es recurrente ver en algunos barrios populares, hombres y mujeres con mangueras enrolladas en sus cuerpos, motobombas en hombros; picos, palas, pimpinas y carretillas, para extraer agua potable pegándose a la red del acueducto.

Un procedimiento no ajustado a la ley, que atenta contra los intereses de quienes se surten del preciado líquido mediante el sistema domiciliario, debido a que produce disminución en la presión del agua que corre por la tubería.

'Ajá y si no es así, ¿tengo que dejar que me muera de sed?', fue la respuesta de Nicolás Hernández, morador de Las Tablitas, al norte de la capital en respuesta al interrogante sobre su ilegal acción, pero en la que sostiene con convicción que tiene que conseguir agua 'sea como sea'.

Jesús Méndez, vive en Chimila, en donde desde hace rato el agua por la tubería 'no la ven ni en las curvas'. 'Solo llega cuando el carrotanque viene y nos abastece y eso es cada quince días', anotó.

Andrés Gómez vive en Taganga y sostiene que conseguir agua es una odisea. 'Son ocho años de vivir un viacrucis para conseguir una gota', manifestó.