Tasajera, uno de los corregimientos más importantes que hay en el Magdalena, vive de la nada, parece estar detenido en el tiempo y se estanca en su desarrollo. La comarca, que deriva su economía de la pesca (de por sí escasa) –según el sociólogo Edgar Rey Sinning– es quizás, 'el más llamativo caso de abandono y discriminación ambiental del país'.
En la memoria del nativo está presente como gran obra pública la pavimentación –de ‘punta a punta’– de la calle principal. De eso hace 14 años, en el gobierno de William Mioreno. Aunque más reciente –en la pasada administración– se hizo el adoquinamiento de varias calles, un trabajo sin la repercusión del anterior.
Ubicado estratégicamente en el corredor vial que une a Santa Marta con Barranquilla, (la Troncal del Caribe), en comprensión del municipio de Pueblo Viejo, y habitado por unas 10 mil personas, Tasajera muestra un paisaje triste y desolador.
La acumulación de basuras y desechos de toda clase que se observan en algunos barrios, desde la carretera, las aguas pútridas frente a las rústicas viviendas (en las que se vive en hacinamiento); la presencia de niños desnutridos y de adolescentes con embarazo prematuro, son indicios que marcan pobreza extrema.
Además, la ausencia recurrente de los servicios públicos (agua y luz) generan un desequilibrio social que parece haberle insertado en el cerebro del nativo el ‘chip’ de la rebeldía.
'Nos catalogan de revoltosos porque protestamos y bloqueamos la carretera, pero es que solo de esta forma nos escuchan; es así como nos desahogamos por causa de esta miseria que nos ha secado hasta el alma', dijo Samuel Vásquez.