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José Nolavita, un líder indígena del resguardo Kogi, jamás había visto a un cóndor muerto, solo hasta el pasado 1 de febrero, cuando a bordo de un helicóptero Black Hawk, de la FAC, llegó al páramo de la Sierra Nevada, en el sector La Laguna, cuenca del río Sevilla, como integrante de una comisión de rescate de los animales.

Cerca de un peñasco y al lado de un novillo desmembrado estaba el despojo, no solo de uno, sino de dos ‘guardianes del aire y las montañas’, como él y su etnia llaman a la emblemática especie, insignia nacional.

Confesó que la tristeza lo arropó y la preocupación fue inmensa. 'Ellos simbolizan el espíritu guerrero de nuestros ancestros, les llamamos el ‘Rey del Sol’', explicó.

Desde la escarpada cumbre -un poco conservados por el frío del páramo (3.800 MSNM)–, los animales fueron trasladados a Santa Marta para proceder al análisis forense y determinar la causa del deceso. Nolavita aclaró que si el resultado es que murieron por envenenamiento, quedaría muy confundido porque 'nosotros no utilizamos químicos'.

Agregó que ellos mismos investigarán el hecho para tener un concepto propio y tomar decisiones de acuerdo con el resultado. Pero al tiempo que el indígena y los miembros del resguardo Kogi –Malayo– Arsario indagan a su manera, científicos de la Unidad de Parques, Corpamag y el Instituto Humbolt, hacen lo suyo.

Hoy, las muestras orgánicas de los animales siguen en análisis en el Instituto Humbolt, a las que se sumarán otras que fueron recopiladas, del novillo muerto y de la tierra del entorno, tomadas por una comisión terrestre interinstitucional que llegó a la zona de los hechos.