Compartir:

En el edificio Balcones del Sol, de El Rodadero, donde fueron hallados los cuerpos sin vida de Alejandro Garrido, su esposa Johana Ramírez y su hijo de 5 años, hay mutismo. Sus inquilinos se rehúsan hablar y los pocos que lo hacen, coinciden en que 'el niño es lo que más dolor causa'.

Aún con la imagen fresca del dantesco cuadro que observó en el apartamento 302, uno de los moradores del inmueble le dijo a EL HERALDO - bajo el compromiso de que no revelara su nombre- que nunca imaginó que 'ese señor fuera a cometer una acción tan brutal'.

Dijo que por lo general la familia siempre andaba junta. 'Iban al supermercado, a la playa y él acompañaba al niño montar bicicleta', comentó.

Manifestó - contrariamente a lo que la policía informó el mismo día del sangriento suceso- que 'nunca los escuché discutir o pelear'.

'Se veía una familia normal, aunque él era serio y callado', agregó.

Dijo que el domingo, el día del crimen, en el edificio no había más de cuatro familias hospedadas. 'Consta de 12 apartamentos y solo cuatro estaban habitados, pues la mayoría de propietarios -incluyéndome a mí, estaban de paseo fuera de la ciudad', explicó.

Otro residente dijo que a raíz de las noticias publicadas por la prensa es que supo que el del 302 se llamaba Alejandro Garrido, pues asegura que siempre lo llamó 'vecino'.

'Era parco y poco se le veía, solo cuando salía a la playa, unas veces en familia y otras solo con el chiquitico', aseguró.

Indicó que 'el niño era muy lindo'. 'Me duele tanto por él, por qué ¡qué carajo!, ellos ya eran adultos, pero el pequeño apenas empezaba a vivir', anotó.

Dijo finalmente que el suceso ha generado confusión en su familia, al punto que han pensado mudarse.