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Kemakumake, el pueblo de la Sierra Nevada en el que un rayo mató el lunes a 11 indígenas wiwa, fue declarado camposanto y sus habitantes serán reubicados. Los cuerpos que fueron depositados ayer en los ataúdes que entregó la Alcaldía de Santa Marta permanecerán por lo menos tres meses insepultos, dentro de una de las malokas cercanas a la zona de la tragedia.

La decisión de solicitar los ataúdes y la ayuda de expertos en manipulación de cadáveres de la Policía Judicial fue tomada por el mamo Ramón Gil Barros, quien permitió que por primera vez en la historia de los wiwa los difuntos sean 'encerrados' en cajas mortuorias.

El avanzado estado de descomposición de los cuerpos motivó al mamo a pedir que los funcionarios se trasladaran ayer a la zona con herramientas forenses para 'prepararlos'.

Uno de los miembros del resguardo explicó a EL HERALDO que pasados tres meses, cuando los cadáveres estén completamente descompuestos, los indígenas del resguardo regresarán a la zona para crear una muralla de piedra alrededor de la maloka.