Valiente. Así se considera José Otero, un joven colombo-venezolano que hace siete años dejó su tierra natal para llegar a Barranquilla en busca de mejores oportunidades y ayudar a sus 'hermanos'. Y así fue, su creatividad e ingenio lo llevaron a crear el primer centro de instrucción aeronáutica certificado en pilotaje de drones de Latinoamérica y con él ese primer paso hacia la consolidación de su proyecto de vida.
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'A los 14 fue que me encontré con los drones y emprendí cuando la palabra emprender no estaba de moda, fue simplemente que conseguí una pasión, un hobby que me emocionaba, y que, como a millones de personas, las primeras veces me estrellé, pero estar respaldado de mi familia y de personas que todavía veían como oportunidad laboral, me permitió seguir intentando', contó.
Como emprendedor tuvo que luchar contra las negativas, el rechazo de sus propuestas e incluso el cuestionamiento de su familia; sin embargo, pudo ser fiel a su convicción y defender el potencial que su 'idea de negocio' tenía.
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'Yo sí siento que hay que nadar muy a contracorriente, independientemente de donde emprendas. En Barranquilla hay espacio para todo y hasta el momento no he tenido como una resistencia específica que haya recibido porque su gente es abierta, por algo la llaman ‘la Puerta de Oro’ de Colombia y ahora más que se caracteriza también por recibir migrantes', manifestó.
Empeñado en hacer que sus dos países sean el referente de tecnologías remotas de América Latina, Otero aseguró que la clave está en 'unir fuerzas y talentos'; razón por la cual tiene vinculados a su empresa a cinco migrantes.
'Para eso necesitamos gente colombiana, gente venezolana y gente colombo-venezolana. Aquí tenemos historiadores, comunicadores, negociantes internacionales, ingenieros. O sea, la tecnología drone es muy abierta. Barranquilla está muy cerca del estado de Zulia, compartiendo hermandades constantemente y eso hace que uno se sienta muy cómodo trabajando con gente con la que se siente hermana', aseveró.
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