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La tranquilidad que años atrás reinaba en distintos sectores de la ciudad se ha acabado, según la comunidad, debido a la contaminación sonora. El alto flujo vehicular, vendedores con megáfonos ofreciendo sus productos, el excesivo volumen de los picós y las ruidosas obras que se adelantan en algunas zonas de la ciudad se han convertido en un 'dolor de cabeza' para los barranquilleros.