Javier Muñoz y Génesis Perozo, con 17 y 15 años respectivamente, tomaron en 2018 una de las decisiones más difíciles de sus vidas. Lo pensaron una y mil veces pero desde un principio lo tenían claro: no podían esperar a que sus circunstancias mejoraran.
Eran las 4:00 de la madrugada y en sus últimos minutos juntos, Javier se aferró a su madre en un abrazo y respiró profundo para evitar llorar. Génesis, por su parte, se había despedido el día anterior de su abuela, quien estaba a cargo de su cuidado, y quien ante ese inminente adiós de su nieta prefirió ocultarse triste en la habitación.
Después de cruzar el portón de la casa, contuvieron las lágrimas. Javier volvió a abrazar a su madre y, junto a Génesis, abordó un ‘carro por puesto’ que los esperaba frente a su vivienda. Habían partido de Maracaibo rumbo a su travesía migratoria con la promesa de salir del país los dos o ninguno.
A lo largo del camino, habían recopilado información crucial de otros migrantes: las rutas más convenientes, los lugares que debían evitar y dónde buscar alimento.