Johan Pérez* se levanta a las cinco de la mañana a diario. Un café caliente y un par de pequeños panes calentados en la plancha sobre su estufa forman parte de su breve desayuno. Aunque sabe que esta es la comida más importante del día, el llamado del deber y de 'brindar un buen servicio' lo invitan a apresurarse para dirigirse a su negocio, una tienda a la vuelta de la esquina, en un barrio de Barranquilla, que religiosamente levanta su estera a las seis de la mañana.
'Todo mi servicio se enfoca en la gente, lo que hago es para ellos. Compro siempre las promociones para poder dar un mejor precio. Hay tenderos que quieren siempre ganar; yo en cambio, quiero entregar el mejor servicio', dijo Johan Pérez.
Para Orlando Jiménez, vicepresidente de la Asociación Unión Nacional de Comerciantes (Undeco), la tienda de barrio es 'el primer banco de las oportunidades que se creó', afirmación que se sustenta en que 'desde siempre se ha convertido en ese banco que le da crédito a muchos clientes, a veces, sin ninguna garantía. Solamente porque es vecino'.
Jiménez señaló que estos establecimientos de barrio se han convertido en un punto de encuentro de la comunidad, donde reina el diálogo entre los vecinos y los planes de una compra puntual con bajo presupuesto. 'El tendero se ha convertido en un aliado de la comunidad y el sitio en un punto de referencia, especialmente en barrios populares y en los pueblos'.
En la actualidad, según cifras de la entidad, en la capital del Atlántico hay aproximadamente 6.500 tiendas de barrio, cifra que en el caso del área metropolitana de Barranquilla se eleva hasta los 9.500 establecimientos y que para el caso de todo el departamento es de 13.000.