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Yorman Ceballos –un venezolano de 26 años– fue uno de los protagonistas de una historia cargada de solidaridad, pero que empezó a tejerse con un acto de delincuencia del que fue víctima el pasado lunes, en el norte de Barranquilla.

Hacia las 2:30 de la tarde de ese día, Yorman llegó en su bicicleta a una oficina de giros internacionales, ubicada en la carrera 43 con calle 82, para enviarle $30.000 a una amiga que vive en Medellín, quien –según su relato– 'es madre de un bebé y pasa por un mal momento económico', por lo que quiso tener el gesto 'para que comprara unos pañales'. Quizá fue aquí cuando, sin saberlo, empezó a sembrar lo que más tarde recogería.

El joven dejó la cicla afuera y recostada en lugar donde podía verla mientras esperaba su turno para hacer el giro. Cuando llegó a la ventanilla, Yorman cuenta que se agachó para abrir su morral, sacó el dinero y se lo entregó a la persona que lo atendía. En cuestión de segundos, volteó a ‘tirarle un ojo’ a la bicicleta, pero ya no estaba.

'Inmediatamente salí, pero no vi a nadie. Por un momento pensé que quizá había sido un compañero del trabajo que la vio y la cogió. Luego, una persona me dijo que un hombre la había cogido y se había ido en contravía por toda la 43', detalló Yorman, a quien la delincuencia le había arrebatado no solo su medio de transporte, sino con el que trabaja repartiendo domicilios en Rappi, desde hace más de un año.