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No es tarea fácil para la médico internista Angélica Padilla Higgins atender casos sospechosos en una clínica privada de Barranquilla. Su condición de sobreviviente de cáncer, y ahora de coordinadora del área que atiende a pacientes sospechosos de la letal pandemia en ese centro asistencial, la convierten en un blanco de alto grado de vulnerabilidad de contagio.

Casada con el radiólogo Camilo Ruiz Laverde, esta internista egresada de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud de Bogotá es consciente de que la situación del gremio es de mucha tensión y de miedo por tratarse de una pandemia nueva.

'Todos tenemos cierto temor con respecto al coronavirus porque la información científica es poca. Lo que estamos haciendo para atender a pacientes es tomada de la experiencia de otros países donde el pico más alto ya ha pasado, como China, Italia y España', asegura.

Confiesa que la pandemia le produce temor. 'Tengo miedo de enfermarme, de contagiar a mi familia, de que si me enfermo sea grave, pero mi vocación de médico me obliga a hacerlo, a vestirme de valor y hacer lo que tenga que hacer'.

Esta madre de dos niñas de 5 y 7 años, que la semana pasada atendió a siete sospechosos de coronavirus, dice que apenas llega a su casa cumple con las normas higiénico-sanitarias que recomiendan en plena pandemia.

'Las niñas lo toman como un juego porque cuando llego del trabajo suben a esconderse al segundo piso, me esperan hasta que yo esté bañada y desinfectada. Y ahí sí saben que nos podemos acercar, guardando la distancia'.

Sobre la relación en familia, cuenta que en el hogar trata de hablar de su profesión con su esposo solo lo necesario. 'Si hay información científica nueva sobre la COVID-19 o cómo nos fue, pero luego vienen el juego y las tareas con nuestras hijas', asegura.

Cuenta que junto a su pareja le ha explicado a las niñas el largo tiempo que deberán permanecer aislados para evitar enfermarse.

'Ya saben que no pueden ver a sus abuelos, ni a sus tíos o amigos, pero menos mal está la tecnología que de cierta forma nos acerca'.

Sabe que ser sobreviviente de cáncer podría traerle riesgos a su salud. 'Mi oncólogo no está de acuerdo con que vaya a la clínica. Me dice que mejor trabaje desde la casa, pero esto es lo que sé hacer, servir a los demás. Es mi vocación', asegura.

Angélica es creyente en Dios. Por eso, en medio de los riesgos que significan estar en la 'línea de fuego' en medio de la pandemia, ora todos los días cuando sale a trabajar en jornadas que a veces se extienden por diez horas.

'Oro por mí, por mi familia, por todos, para que esta emergencia pase rápido', dice.

Esta internista fue una de las que aplaudió anoche la decisión del presidente Duque de extender la cuarentena nacional hasta el 26 de abril próximo.

En Colombia –añade– hay casos subregistrados por el atraso en los reportes de al menos diez días. Eso nos produce una falsa sensación de que tenemos pocos casos y que pensemos que la curva del virus se está aplanando. El aislamiento obligatorio debía extenderse. De lo contrario alcanzaríamos el pico en la última semana de abril con muchos más casos de los que se podrían prevenir.

Esta semana, Angélica trabaja desde su casa, pero la próxima, tendrá que volver a la clínica con el 'vestido de valor' para atender a sus pacientes. 'Mi vocación es servir aunque esté en la línea de fuego', repite.