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Hace un año Darwin Barrios descargó una aplicación y se subió en su bicicleta para ganarse la vida haciendo domicilios. Desde entonces cada día trabaja desde las 10 de la mañana hasta las 10 de la noche, incluso más tarde, pero desde que empezó el drama del coronavirus en Colombia asegura que su trabajo ha disminuido.

'Trabajo en el norte de la ciudad, en el sector de Villa Country. Esto ha estado muy estable, en el día puedo hacer 10 o 12 pedidos, que cuestan entre dos mil y siete mil pesos cada uno', cuenta Darwin mientras esperaba sentado en una banca de parque que su celular le avisara de un nuevo servicio.

Dice Darwin que cada vez que un cliente le da una propina siente un poco de alivio, pues su trabajo es más valorado. 'Nosotros recibimos el porcentaje del costo del domicilio, y si alguien quiere darnos unos pesos más pues es maravilloso', expresó.

Junto a él son muchos los domiciliarios que tienen como sede el parque de la calle 78 con carrera 53, muy cerca de un centro comercial y de varios conjuntos residenciales de donde salen la mayoría de pedidos.

A domicilio, pero de lejitos

Eduardo Montes de Oca también se gana la vida repartiendo pedidos. Desde hace tres años se dedica al oficio en su propia moto. Sus jornadas son más extensas, pues inicia a las nueve de la mañana y termina a la una de la madrugada. El no tener que pedalear le permite extenderse más que muchos de sus compañeros.

'Es un trabajo duro, en especial ahora que las cosas han bajado. Yo siempre tuve claro que esto no iba a ser igual con el coronavirus. Yo antes me hacía 35 pedidos, ahora si hago 20 es mucho, y me toca alargarme cada día para poder hacerlos', afirmó el joven.

Según Eduardo, son varios los factores que influyen en que la gente haga menos pedidos a domicilio, uno de ellos es el miedo. 'La gente cree que nosotros podemos llevarles el virus hasta sus casas, pero nosotros nos estamos protegiendo. Usamos alcohol, guantes, tapabocas y todo lo que sea necesario', explicó.

Dice que ahora cuando lleva un pedido a los conjuntos residenciales, muchas veces no pueden pasar de la recepción. Ahí dejan el paquete y reciben el dinero. 'A veces nos tiran la plata por el balcón, o cuando nos van a pagar y estiramos la mano para cobrar nos colocan una servilleta antes de darnos el dinero. Eso no está mal, entendemos que la gente quiere cuidarse y aceptamos eso', dijo.

Otro de los factores que han perjudicado a los domiciliarios, paradójicamente, es que muchos clientes se han quedado en la casa. 'Es que al inicio de semana hicieron su compra y ahora cocinan en sus casas. La gente se aprovisionó y por eso no piden domicilios. Además, muchas empresas mandaron a sus trabajadores a las casas, entonces ya no piden almuerzos y también es cierto que varios restaurantes han cerrado', dijo Eduardo.

Con más precauciones

En una moto de menor cilindraje que la de Eduardo hace sus repartos Sandra Bulding. Hace un año empezó a trabajar con las plataformas y aplicaciones que facilitan el servicio de entregas a domicilio. Ella asegura que ahora, por la crisis de salud, está tomando medidas preventivas.

'Lo hago por los clientes y por mí. En la empresa nos dijeron que nos van a dar unos kits de limpieza, pero actualmente nosotros estamos usando el alcohol y las cosas que normalmente se usan, también cuando llegamos a recoger un pedido, por ejemplo en un restaurante, nos lavamos las manos y decimos que nos lo entreguen bien empacado', precisó.

Sandra guarda la esperanza de que a medida que pasen los días, la situación mejore para ella y sus compañeros. 'Todo está muy quieto ahora, pero de pronto más adelante aumenten los pedidos porque la gente va a necesitar cosas', expresó.

'Sufrimos mucho'

El propietario de una tienda localizada frente al parque Venezuela y quien no se identificó, dijo que los pequeños comerciantes son quienes más han sufrido. 'Yo aquí tengo tres domiciliarios, pero me toca quedarme solo con uno porque los pedidos son muy poquitos', afirmó mientras colocaba un aviso con el que ofrecía almuerzos para llevar.

Dijo que normalmente a las 11:30 de la mañana ya tenía encargados unos 20 almuerzos, pero ayer solo le habían pedido uno. 'La situación está muy pesada, sufrimos mucho por eso. Ojalá esto pase rápido', manifestó.

Reinold Socarrás también maneja una bicicleta en su oficio como domiciliario. Él también ha sentido el impacto del coronavirus, no porque esté enfermo, sino porque su economía ha mermado. 'No está saliendo mucho domicilio. Al principio de semana sí pidieron muchos mercados, pero ahora la cosa bajó bastante. Esto es algo nuevo, por eso la gente tiene miedo', expresó.

Todos los domiciliarios que dialogaron con EL HERALDO, estuvieron de acuerdo en que la gente debe quedarse en la casa, como se repite todos los días en los medios de comunicación y redes sociales. Dicen que eso no solo ayudará a ralentizar la propagación del virus, también creen que permitirá que el oficio no sea uno de los más perjudicados por la crisis.