Eran las 7:00 a.m. del jueves 21 de noviembre y las calles de Barranquilla estaban casi vacías. La mañana se asemejaba a un 1° de enero, pero no producto de una gran celebración por la llegada del año nuevo, sino por la tensión que reinaba ante lo que podría ocurrir horas más tarde en la ciudad.
Gran parte del comercio cerrado, las tiendas con sus esteras a medio abrir, los buses sin pasajeros y cinco grandes concentraciones de gente, era el panorama de esa mañana.
Muchas personas se quedaron en sus casas; otras tuvieron que salir a trabajar, pero con el temor de una revuelta. Ese miedo era alimentado por infinidades de cadenas que corrían a través de las redes sociales, en las que se alertaban sobre el caos que dominaría a la capital del Atlántico y hasta aconsejaban cómo enfrentar a la Policía y sus gases lacrimógenos.
Había mucha expectativa frente al paro nacional, pero sobre todo si las autoridades estaban realmente preparadas para recuperar el control en medio de los posibles desmanes.
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Este panorama sombrío llevó a las autoridades locales a emprender una estrategia, también a través de redes sociales, para disminuir la tensión. La Policía Metropolitana abrió el camino desvirtuando las ‘fake news’, siguió el alcalde Alejandro Char con el mensaje de acompañar las marchas para garantizar el derecho constitucional a la protesta en un territorio de paz.
'Si quieres marchar te vamos a acompañar te vamos a proteger. Hazlo con toda la confianza del mundo, pero no violentes a tu ciudad, no golpees tu ciudad, esa que entre todos hemos construido con mucho esfuerzo. Este 21 haz lo que siempre ha hecho Barranquiilla: respetar el prójimo, vivir en paz, vivir alegremente; en ese sentido te vamos a acompañar', fue el mensaje del alcalde en un video difundido en redes sociales.
El gobernador Eduardo Verano hizo lo propio con un discurso conciliador y de reconocimiento de un derecho que los obliga a brindar garantías de seguridad a los manifestantes.