Liliana Mendoza, su hijastra Ángela Puche y su pequeño nieto llegaron cerca de las 8:00 de la mañana de ayer al cementerio Santa María Sur, en la localidad Metropolitana de Barranquilla. Armadas con rastrillos, palas y machete las mujeres se ubicaron en una de las primeras bóvedas que se pueden ver al ingresar al campo santo, y como si fueran tareas de aseo cotidianas empezaron a arrancar y barrer la maleza que rodea el lugar de descanso de su abuela, su abuelo y algunos tíos.
Con paciencia, aún les queda el resto de la tarde, cerca de las 11:00 de la mañana empiezan a empacar en bolsas de basura la limpieza realizada y a idear cómo será la ubicación de nuevas flores para sus familiares. Liliana y su hijastra, así como muchas de las familias de los difuntos que descansan en esa zona al sur de la ciudad, se preparan para celebrar hoy el Día de los Muertos.
'Ya mañana (hoy) cuando lleguemos está todo limpio. Vamos a venir toda la familia, nos sentamos aquí, echamos cuentos, nos ponemos a recordar', cuenta la mujer sobre la tradición que desde hace años se celebra en su familia, en la misma fecha.
En el mismo cementerio, pero a varios metros y callejones de distancia, Leidys Mauri pone en práctica la mezcla de cemento y agua que anteriormente había practicado en casa para pegar una nueva lápida en la tumba de su tía antes de la visita del sábado.
Es la primera vez que realiza adecuaciones al lugar donde descansan varios de sus familiares y en compañía de su madre, María Hernández, planea comprar girasoles para llevar hoy a su tía.
'La tradición normal es traerle las florecitas, orarles un poco y recordarlos cuando estaban con nosotros', asegura Hernández mientras da indicaciones a su hija que coloca la lápida, mandada a hacer hace una semana con el nombre de la tía, una imagen de la virgen y una oración.