El abogado se subió al estrado y se sentó en diagonal a los jueces, tal y como lo permitía el escenario. Sobre él, inmediatamente, se posaron todas las miradas, como si fueran imanes que encontraron un pequeño trozo de metal. No lo observaban por su atuendo, un traje oscuro con una camisa morada, ni por su aspecto humilde y sencillo, evidenciado en lo raído de su portafolio viejo. Lo miraban fijamente porque era el declarante en un suceso histórico: el primer caso de violencia sexual contra un miembro de la población LGBTI que llega hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).
En representación de su defendida, Azul Rojas Marín, una mujer trans peruana que fue presuntamente insultada, agredida y abusada sexualmente por un grupo de agentes de policía de ese país, el abogado había llegado dos días atrás a Barranquilla, Colombia, para atender el llamado al período número 62 de sesiones extraordinarias de la Corte IDH.
En el Coliseo Los Fundadores de la Universidad del Norte, sede del evento Uninorte Global, los siete jueces del ente interamericano escucharon su versión de los hechos, en lo que fue la primera audiencia del día.
Sin nervios, y con el propósito de 'llevar justicia' ante el caso que él mismo denominó como tortura, el abogado defensor se dirigió a 'sus señorías', encabezadas por Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, presidente de la Corte IDH.
En la audiencia, expectantes, cerca de 300 personas esperaban escuchar de primera mano a la defensa de Azul Rojas Marín, presunta víctima de los hechos que ocurrieron en 2008.