Escaleras, rampas muy inclinadas, bordillos demasiado altos o ascensores averiados pueden ser simples molestias para algunos, pero verdaderos obstáculos para el día a día de las más de 30 mil personas con algún tipo de discapacidad que quieran acceder a una edificación en Barranquilla. (Ver recuadro).
La norma establece que las entradas principales a las edificaciones y a sus ambientes interiores deberán ser accesibles, para lo cual deberán cumplir con unos requisitos (Resolución 14861 del 4 de octubre de 1985) y la ley 12 de 1987, que suprime las barreras arquitectónicas.
La Lonja de Propiedad Horizontal estima que el 90% de los edificios en la capital del Atlántico no cumple con la norma y según su presidente, Silvia Padilla, la ciudad desde el régimen de la propiedad horizontal está en mora con la población en situación de discapacidad, la cual permanece 'excluida' de los espacios fundamentales, como son las edificaciones públicas y residenciales con más de 20 años de construcción.
En opinión de Padilla, estas edificaciones no han cumplido con remodelaciones necesarias para hacer que sus espacios sean accesibles a esta población.
Esta situación es ratificada por Rita Cueto y José Escolar, dos propietarios de apartamentos en el norte de la ciudad, que aunque no se conocen tienen en común que les ha tocado padecer las incomodidades de no contar en sus edificaciones con las rampas y otro tipo de estructuras arquitectónicas que garanticen el libre desplazamiento de las personas con movilidad reducida, sea esta temporal o permanente.
'Mi hijo se fracturó la pierna y durante 4 meses no podía afirmar el pie. Ayudarlo con las muletas era difícil y no había manera de utilizar silla de ruedas, porque el edificio no tiene rampas', explica Rita al argumentar que la administración en su edificación, ubicada en la calle 96 con carrera 57, 'no fluye', puesto que maneja más de 40 edificios.
Una situación similar a la que le sucedió a su hijo la vive actualmente con su esposo, quien por una fractura en la pierna tiene que apoyarse también con muletas. 'El acceso que tiene el edificio son las rampas del parqueadero, que son bastante inclinadas y no tienen barandas. El único ingreso peatonal son las escaleras y es un caos para una persona con discapacidad', manifiesta.
Por su parte, Escolar dice que vive desde hace siete años en un edificio, porque quería una vejez tranquila, pero es incómodo para una persona de la tercera edad tener que subir escaleras. Asegura que es una situación similar a la que vive una persona que usa muletas o está en silla de ruedas.
El no contar con accesos para la población con movilidad reducida tiene molesta a Cueto, quien asegura que el edificio prácticamente está administrado por mensajeros.'Son pagadores, no tenemos administradores. Nos manejan las cuentas, recaudan nuestro dinero y se limitan a pagar los servicios y empleados, pero como tal no cumplen con la administración'.