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Una pequeña carpa armada en el bulevar de Simón Bolívar ha sido el hogar de Jeison Castillo, junto con su prima y sus tres hijas, durante las últimas cuatro noches. El hombre y sus parientes llegaron desde Santa Marta, donde habían estado residenciados desde hacía ocho meses luego de llegar de Valencia, capital del estado Carabobo, Venezuela.

La bocina de una tractomula emite su sonido y hace brincar del susto a la menor de las niñas. 'Sé que estar acá es peligroso, pero ¿qué más puede hacer uno? Se aprende a vivir con lo que le toca', dice el hombre mientras sujeta a la menor para evitar que se acerque a la carretera.

'Quizás ningún chavista o madurista asuma su error a estas altura de la historia. Votaron por esos dos personajes que acabaron al país, que lo llevaron a la ruina y ahora todos los venezolanos pagamos las consecuencias. Nos hemos separados de nuestras familias y hemos pasado más hambre que nunca', dice Castillo de 33 años mientras permanece sentado en la grama del parque.

Cuenta que es enfermero de profesión y ejerció durante varios años la carrera en su ciudad natal, pero su condición de ilegal en el país no le ha permitido esa oportunidad, pese a que ha recibido ofertas 'buenas' de trabajo.

'Ya no sé qué más hacer para poder conseguir dinero. Hemos vendido caramelos, fregado pisos y de más. Nos vinimos de Santa Marta para intentar conseguir plata para pagar el arriendo de allá, pero todo para nosotros es incierto, pero al mismo tiempo nos hemos acostumbrado a adaptarnos', dice el hombre.

Castillo asegura que en los últimos días han comido por las donaciones que han recibido de los vecinos del sector.

'Esta carpa nos la armó una vecina de acá. La primera noche dormimos a la intemperie', narra el hombre.

Llegaron caminando. A escasos 20 metros de la carpa de Castillo se encuentra Carmen Marrufo y dos hermanos. Los tres están acostados sobre la grama y utilizan los bolsos como almohadas. 'No tenemos ni dos horas de haber llegado acá. Demoramos seis días caminando desde Maicao', dice la mujer.

'El trayecto en bus desde Coro (estado Falcón) a Maracaibo y luego a Paraguachón fue terrible. La Guardia Nacional y los guajiros nos quitaron el dinero de alcabala en alcabala. Cuando llegamos a Maicao ya quedamos sin dinero y nos tocó caminar. Pedimos chance, dormimos en las terrazas de las casas. Muchas cosas han pasado en estos seis días', dice Marrufo mientras observa a Castillo junto con sus primitas. 'Yo no sería capaz de traerme a mis hijos a pasar esta necesidad', sentencia.

La familia de tres integrantes relata que tomaron la decisión de salir de país hace una semana. 'Todos dicen que se vienen por la situación del país y tienen razón. Cada día que pasa todo es peor y nos lleva a vivir en incertidumbre. La salud mental y física se deteriora, todo se pone más difícil al pasar el tiempo uno aguanta hasta donde puede. Nosotros no pudimos más. Trabajábamos y cada vez alcanzaba para menos', apunta Marrufo.

Los caminantes relataron que la situación en la frontera es 'caótica', debido a la presencia de efectivos del orden público.

'Hay muchos militares y muchos policías. Eso da una sensación rara, es como si estuviésemos en una guerra. Nos sentimos como si estuviéramos en una película. Nosotros, los tres, teníamos el carnet fronterizo porque varias veces vinimos a comprar para acá y los militares venezolanos los picaron en cuatro pedazos con una tijera y que porque eran chimbos (falsos)', señala la mujer.

Otra familia venezolana compuesta por una mujer y hombre se encontraban sentados en uno de los bancos dispuestos en el bulevar. Se negaron a dar declaraciones, pero sus vecinos aseguran que llevan poco más de cuatro días allí.

Sus pertenencias las tenía amarradas en un árbol del parque, mientras desde la banca ofrecían dulces y bombones a los transeúntes.

Frente a esta situación el secretario de Control Urbano y Espacio Público, Henry Cáceres, señala que hoy hará presencia en el sector con el fin de resguardar 'el espacio público de la ciudad'.

'Quisiéramos brindarles una solución de vivienda a estas personas que llegan a la ciudad, pero no contamos con los recursos. Les estamos ofreciendo salud y educación, pero no podemos dejar que llenen de cambuches los espacios de Barranquilla', señala el funcionario.

Cifras en Atlántico

La oficina de Migración Colombia dio a conocer en días pasados la más reciente radiografía de la situación de los venezolanos en Colombia, los cuales ya ascienden a 1.174.742 ciudadanos.

Atlántico, según los números, posee 123.191 migrantes, de los cuales 51.971 están regulares. Los números crecieron en un mes, teniendo en cuenta que al primero de noviembre de 2018 la cifra era de 105.459 migrantes.

Los venezolanos han entendido que estar regulares en el país es un beneficio para ellos, pues les permite afiliarse al sistema de seguridad social y hacer valer sus derechos', indicó el director de la entidad, Cristian Krüger.