Según lo que dicta el numeral seis del articulo 140 del Código de Policía, Luruaco sería un pueblo lleno de traficantes. La arepa e' huevo, patrimonio e ícono absoluto del municipio atlanticense, se comercia en decenas de puestos a plena luz del día, incluso frente a las autoridades que también la consumen.
Los habitantes de Luruaco se ríen cada vez que se menciona el tema de las multas del código de Policía. Para ellos, que nacieron y crecieron rodeados de arepas, carimañolas y fritos de todo tipo, la simple idea de que puedan multarlos por dedicarse a lo que han hecho toda la vida resulta inadmisible.
En este municipio del Atlántico es casi una ofensa pedir una empanada. 'Acá no se vende eso, que si te multan sea por una arepa e' huevo', le dicen los vendedores a su clientela. 'Que ni se atrevan a venir a poner multas acá en Luruaco... si son los mismos policías los que nos compran todas las mañanas'.
Luruaco huele a masa, huevo y aceite caliente. Este municipio atlanticense sabe a aderezo de ají, suero y a jugo de corozo. Más de 150 vendedores de arepas han sostenido a sus familias desde hace años y hoy, ante la posibilidad de ser multados por su oficio, no planean detenerse. 'Es ridículo', manifiestan. 'Si acaban la venta de arepas, acaban con Luruaco'.
Sabor centenario
'Esto es una tradición centenaria que debe sostenerse ante cualquier adversidad. Que nos quiten lo que sea, menos la gastronomía', dicen las vendedoras y cocineras de Las Cuatro Esquinas, el puesto de arepas e' huevo más popular de Luruaco. 'Acá vienen hasta siete policías todos los días y les vendemos con todo el gusto porque es normal que todo el mundo quiera comerse su arepa', cuentan.
Desde muy temprano en la mañana, y hasta que se pone la tarde, tres maestras de la arepa deleitan a su clientela con la magia y el sabor que solo entregan los casi 40 años que llevan en el negocio. Niños, jóvenes y viejos, con el paladar afinado y entrenado, se acercan en oleadas a cometer el delito más frecuente en Luruaco: comer en la calle.
'Si nos quitan las arepas no nos queda nada. Es una brutalidad lo que están cometiendo, multando a la gente por comerlas. Acá vendemos las mejores, llevamos toda la vida en esto y nuestras familias dependen del negocio', contó Ruth Cecilia Castillo, una de las vendedoras.
Para ella y para todos los vendedores de fritos de Luruaco la situación es jocosa, pero también preocupante, pues no hay un proyecto de vida diferente.
'Si la gente llega al pueblo de la arepa e' huevo y no consigue una sola, ¿qué van a decir? Sin la arepa nos morimos, somos patrimonio cultural y vivimos de esto', agregó, respaldada por sus colegas frente a la impaciencia de la clientela.
Industria local
Son más de cien arepas e' huevo, papas rellenas y carimañolas que se venden solo en esta esquina de Luruaco.
A partir de los $2.000 que cuesta la sencilla y de los $2.500 de la de huevo con carne, se han educado hijos, pagado deudas y construido casas. La arepa es casi la moneda local de un municipio que sobrevive en torno a ella.
'Estamos preocupados, pedimos que no pase más nada y que se pueda modificar lo que está generando las multas. Ese código lo acaba todo lo que hay en Luruaco. Todo el que pasa por aquí se va contento porque compra sus arepas', dijo Mileydis Coronado, presidenta de Asopral, la comitiva de vendedores de arepas de Luruaco.
De una u otra manera, todo Luruaco vive de las arepas, según manifiestan sus habitantes. Una multa de $833.000 por comprarlas en la calle, que es lo que marca el Código de Policía, acabaría no solo el negocio de muchos, sino con 'la identidad y la tradición de una población entera', denuncian.
Un malentendido
'Todo debe ser una mala interpretación del código de Policía', dice Antonio Roa, alcalde de esa población del Atlántico.
El mandatario aseguró que el comercio en Luruaco no puede detenerse y pidió al Presidente de la República fijarse en la vida de las personas en esta región del país.
'Estamos preocupados porque tendríamos una situación que iría en contra a una producción que llevamos llevando a cabo por más de cien años. Esta actividad es una fortaleza nuestra y prohibir el comercio público sería bastante traumático para el desarrollo de Luruaco y de la región', manifestó.
'La cultura de Luruaco es la arepa, no se le puede quitar eso a la gente', cuenta Emmanuel Morales, gestor cultural e investigador gastronómico del municipio.
'La gente viene acá al municipio a comer arepa, que representa la tradición y un arte centenario', expresó.