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Por Pepe Cepeda
*Usuario Wasapea

Esa mañana del domingo 4 de septiembre de 1814, uno a uno, los habitantes de Sitionuevo (Magdalena) se fueron reuniendo en la plaza.

El primer campanazo para la misa solemne de la patrona del pueblo, Santa Rosalía de Palermo no había sonado a las 9:00 a.m. Muchos se extrañaron, ya que era la primera vez que sucedía en los últimos 50 años, y la sorpresa para muchos era aún mayor al encontrar la iglesia cerrada.

Nuevamente a las 9:30 a.m., no se escuchó el campanazo, por lo que algunos decidieron ir a la casa parroquial para averiguar qué sucedía.

El padre Londoño manifestó que suspendería las fiestas. No dio ningún tipo de explicación a pesar de que miembros de las familias Acosta Bendek, Rosales Zambrano, Cepeda, Martínez, Rodríguez, Negrete, Bolaños y Osorio trataron de persuadirlo para que no suspendiera las fiestas.

La gente del pueblo de Palermo, Carmona y El Morro comenzaron a llegar. En la plaza no cabía un alma.

Las ruletas de Pindolo giraban dando la suerte a más de uno y dejando sin plata a la mayoría. 'La mella' ya había vendido 350 carimañolas, 128 empanadas y 217 arepas de huevos.

Alguien del pueblo gritó 'las fiestas de nuestra patrona Santa Rosalía de Palermo no se pueden suspender porque un simple cura diga que no. Aquí tenemos a los padres Manga y Adolfito, que sean ellos nuestros sacerdotes de la misa de hoy; Sitionuevo para los sitionueveros. Hay es que pulgar a los foráneos que quieran acabar con nuestra bella tierra'… El pueblo aplaudió la decisión.

El padre Londoño fue sacado de la casa parroquial, lo pusieron en una canoa, que dejaron libre río abajo.

La noticia corrió como pólvora. Nunca más se supo del padre Londoño.

Esa misma tarde, pasó el barco de vapor de turismo David Arango U, sus tripulantes solo gritaban: 'mata cura, mata cura'.