Desde Bogotá, Luz Marina Martínez llegó con su familia para conocer el Zoológico de Barranquilla, uno de los sitios atractivos de esta ciudad, según le contaron sus amigos que sí son propios de la capital del Atlántico.
Antes de ingresar, Luz Marina tenía gran expectativa por escuchar el rugir del león, ver a pocos metros la grandeza del elefante, divertirse con los simpáticos suricatos y terminar con el interrogante, que si las cebras son blancas con rayas negras o negras con rayas blancas.
Un león dormido y un elefante que no pudo fotografiar fue todo lo que encontró.
Las ganas de ver todas las especies que hacen famoso este lugar de recreación de la ciudad se vieron frustradas por la realidad, una realidad que reemplazó la grandeza felina y salvaje con otro tipo de especies.
'Nos dijeron que habían muerto, lo cierto es que las especies de la selva son las más cautivadoras en un Zoológico'.
En 65 años la Fundación Zoológica y Botánica de Barranquilla, se ha reinventado, diseñando espacios que acerquen el imaginario de sus visitantes a los bosques, selvas africanas, sabanas, ciénagas y demás ecosistemas.
Sin embargo, ese ideal al parecer se ha ido difuminando de la memoria de Ricardo Villegas, un barranquillero que no dudó en asegurar que el Zoo no pasa por un buen momento financiero, y por ese motivo han reemplazado especies exóticas, por especies nativas.
'Creo que al igual que el Carnaval, este sitio es un referente de lo que significa Barranquilla. Cada año lo visito con la intención de ver novedad, pero lo que puedo notar es que está en un mal momento, eso lo dice el aumento en los precios de la taquilla, el descuido en algunas zonas y el reemplazo de una cebra, por un burro'.
Situación similar le ocurrió a Amador Rivero, un guajiro que regresó después de cinco años al Zoo, con la idea de ver una fauna diversa.
'Había escuchado que los animales se estaban muriendo de hambre, que se encontraban en mal estado, pero he podido darme cuenta que su estado es normal. Lo que si noté es que faltan animales más atractivos'.
La misma consideración la hizo Amalis Estrada en su segunda visita al lugar, luego de cuatro años. En esta oportunidad trajo a su hijo para que pudiera conocer de cerca 'los animales que más le gustan', animales que ya no hacen parte del Zoo.
'No pudimos ver lémures, ni manatíes; ojalá puedan traerlos otra vez'.