No es una pista atlética, pero en eso se convierte el pasillo de la sala redacción para el periodista de EL HERALDO que ultima detalles informativos de su página, cuando la hora de cierre se acerca en minutos, que son marcados por las manecillas de un reloj gris a la vista de todos. La finalidad es general: que el lector reciba puntual la edición, como ya es tradicional, junto al amanecer caribeño desde hace 85 años.
Sin embargo, en esa prueba contrarreloj intervienen otros espacios que van más allá del ocupado por redactores, quienes en la secuencia de la ruta de distribución son sucedidos por un grupo de diseñadores que le brindan un toque de creatividad a las plantillas.
Y cuando se confirma que la página está apta para ser impresa, entonces es enviada para su procesamiento.
CTP: del computador a la plancha
Según el gerente de Operación de EL HERALDO, Carlos Gómez, esta etapa consiste en la conversión de la información digital, verificación de PDF y bajarla directamente a las planchas, desde donde se inicia el proceso para la impresión del periódico.
'Estamos normatizados, tenemos los diferentes controles, nos basamos con el Iso Newspaper bajo la norma 12647-3, lo que le permite y le garantiza a todos nuestros anunciantes y a nuestros lectores mantener un proceso certificado en cuanto al manejo y tratamiento de la información y del color', sostiene.
En este punto, la labor comienza a las 2:00 p.m. con el alistamiento de las máquinas. Aunque en la sala del CTP, iluminada por una luz amarilla opaca, hasta las 7:00 p.m. ya trabaja un equipo de tres personas, el total de trabajadores es de 110 personas en todo el proceso desde preimpresión, impresión y logística de distribución.
Luego, continúa el proceso de impresión del periódico. Ahí se dispone de tres rotativas en las cuales se trabaja con papel periódico 100% virgen en diferentes gramajes a 45 revoluciones por segundo.
Están ubicadas en una bodega donde el sonido de las maquinarias es ensordecedor, por lo que los operarios utilizan audífonos y se hablan al oído, observan la calidad del impreso en el papel hasta con lupa y 'si le falta nitidez, se archiva y se le rocía tinte al periódico para que no sea usado', dice Elzael Angulo Márquez, quien es conocido por su melena parecida a la del ‘Pibe’, pero con un color grisáceo.
Distribución en el Caribe
Siendo las 10:30 p.m., unos furgones se parquean con su área de carga justo en el orificio que permite el paso de los periódicos con olor a nuevo, cual pan recién salido del horno. El primero en montar la carga es Juan Torres, quien transporta las ediciones de EL HERALDO a Valledupar desde hace dos años.
Por el calor tradicional, sumado a la labor, suda a borbollones mientras sube los ejemplares y cuenta las dificultades a las que se enfrenta en el viaje.
'En el trayecto me encuentro con trancones o vías bloqueadas. El tramo más complicado está en Tasajera, donde algunos lanzan piedras a los vehículos para robarnos. Afortunadamente a mí no me ha pasado, pero a otros compañeros sí. Al último le partieron la ventanilla del lado del copiloto y al otro se le montaron en el vagón y le hurtaron unos paquetes', asegura.
Recalca que no va directamente a la capital de Cesar, sino que también va dejando las ediciones en Fundación, La Loma, El Copey, Bosconia, Mariangola y Valledupar, donde arriba a las 4:00 a.m.
'Sin embargo, EL HERALDO nunca falta en estas ciudades y es un orgullo ser el transportador de la información', manifiesta el hombre de 44 años.
Distribución local
A pesar del silencio característico de la madrugada, la dinámica es distinta en el área de carga de EL HERALDO. Los camiones con destino a Sincelejo, La Guajira, Santa Marta, Riohacha, Valledupar, Maicao y Cartagena salen, mientras que las motocicletas y las camionetas acceden.
Estos vehículos hacen parte de los distribuidores de periódicos en Barranquilla y el área metropolitana.
Uno de los conductores es Ramón Chico, quien llega en su moto a la 1:20 a.m. en busca de los ejemplares, los cuales divide en dos partes: un grupo los ajusta con un caucho y los ubica en la delantera de la moto, mientras que uno por uno del otro grupo los va envolviendo con un plástico y un caucho, y los guarda en un canasto verde que lleva atrás, donde también amarra más elásticos y bolsas plásticas.
Sale a las 2:00 a.m. con destino hacia la zona norte con un chaleco cuyas distinciones reflejan cada vez que avanza sobre una calle alumbrada.
'El recorrido se hace más lento con tantas obras que me obligan a desviar, a pesar de la soledad en las vías', manifiesta el hombre de 42 años.
Como si fuera poco, el trayecto se complica cuando se larga la lluvia a las 2:05 a.m., por lo que se ve obligado a refugiarse en una estación de gasolina, donde cubre con un plástico negro el grupo de periódicos que lleva al aire libre.
Tras 10 minutos de una lluvia de madrugada, continúa su ruta. En algunos tramos deja el periódico por debajo de la puerta, en otros casos los entrega directamente a los celadores de los conjuntos y, en otros, los lanza dentro de las terrazas enrejadas.
'Menos mal que practiqué béisbol', dice jocosamente y comparando esta disciplina deportiva con su maniobra, de la que indica que hay que tener precisión y fuerza en los brazos para que caiga en el objetivo.
Su recorrido lo finaliza a las 5:30 a.m., con 'la satisfacción de ser portador de buenas historias', las mismas que leen, a través de EL HERALDO, barranquilleros y costeños desde hace 85 años, gracias a los transportadores de la información.