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Como es tradición en época de Semana Santa, desde hace 155 años, el municipio de Santo Tomás recibe cada Viernes Santo espectadores para el paso de los penitentes, quienes cumplen ‘mandas’ por favores o milagros recibidos por parte de Dios o algún santo religioso.

Desde las 8:00 de la mañana de ayer estas personas, los flagelantes, partieron unos desde el sector de La Trinchera y otros desde el Caño de las Palomas para recorrer 2.5 kilómetros hasta llegar a la ‘Vieja cruz’ en el barrio Buena Esperanza de ese municipio.

Bajo el inclemente sol, con una temperatura que superaba los 32 grados centígrados, con sus pies descalzos, vestida con falda y velo en la cabeza, ambos de color blanco, y cruces negras pegadas, Sandra Roa, de 32 años de edad, quien llegó de Barranquilla, caminó por esa polvorienta trocha de Santo Tomás autoflagelándose para cumplir ‘la manda’ prometida hace tres años atrás a Jesús de Nazareth.

En su recorrido, esta mujer morena y de rostro cubierto carga en su mano la ‘disciplina’, un látigo improvisado hecho con una cuerda gruesa que termina en siete bolas a base de cera. Son siete pasos hacia adelante, tres atrás. Siete las cruces que debe visitar y siete cortadas en la piel.