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Ventas de agua, minutos a celular, jugos tropicales, periódicos y hasta personas que están pendientes de la seguridad de los peatones son algunas de las cosas que se observan en el ‘mundo’ que existe arriba y debajo del puente de la Cordialidad con Avenida Circunvalar.

Este sector es de mucho tránsito por ser una de las entradas a Barranquilla para cientos de personas que viven en los municipios del centro del departamento, como Galapa, Baranoa, Sabanalarga, Usiacurí y Luruaco. También es un punto de preocupación para las autoridades por las denuncias de robos y la violación de las normas que contempla el Código Nacional de Policía.

Sobre la estructura de cuatro carriles (dos de llegada y dos de salida) las ventas de refrescos, gaseosas, agua, jugos tropicales, bolis de frutas acaparan la atención de los transeúntes y de los pasajeros de los buses intermunicipales. Son las 11:25 y el calor en ese sector es insoportable.

Desde el interior de los vehículos, que se detienen para recoger pasajeros, se escucha el llamado de algunos de ellos para comprar una botella con agua o una gaseosa. Otros piden mango biche o un minuto de celular para avisar que ya va en camino.

Son unos ocho hombres y dos mujeres las que pasean a lo largo y ancho de la estructura ofreciendo sus productos. Aunque uno de ellos reveló que en otras horas del día y en otras épocas, como en verano, se duplican los vendedores.

Por el intenso calor que se siente durante casi todo el día en ese lugar, las personas que transitan a pie o en moto son los mejores clientes.

Pero si en la parte de arriba se mueve el negocio de las ventas debajo de la estructura el movimiento es mayor. Se encuentran puestos de frutas, dulces, mecatos, gaseosas, agua, minutos a celular, periódicos locales y nacionales, cocos helados y hasta almuerzos que han bautizado 'saca de apuros'.

Se encuentran dos o tres chazas que venden el mismo producto, pero en distintos horarios: Unos en el turno de la mañana; otros en el de noche.

Ese punto también es parada obligada de las Dacia y los taxis. Algunos de estos vehículos se estacionan por varios minutos para esperar a quienes descienden por las escaleras artesanales que comunican la parte de arriba del puente con la de abajo.

Durante unos tres o cinco minutos esperan, pacientemente, que el cupo del vehículo esté lleno.

Nery Enrique Chica Mangones, de 65 años, es una de esas personas que se gana la vida vendiendo frutas picadas. Nacido en el corregimiento de Varal, municipio de Pueblo Nuevo (Córdoba) dijo que lleva 11 años en Barranquilla dedicado a esa labor.

Relató que se radicó en la ciudad por necesidad, luego de ser obligado por los violentos a abandonar su rancho ubicado en la vereda La Danta municipio de Córdoba, en el departamento de Quindío.

'Yo tenía mi finquita, con cultivos en cantidad, pero llegó un día la guerrilla asesinando a un vecino y luego pidiendo que despejáramos todo el terreno. Me tocó dejar a mi familia', señaló Chica.

El vendedor explicó que diariamente abre su puesto desde las 7:00 a.m. hasta las 10:00 p.m. y logra vender entre $30 mil y $35 mil. Esto no incluye la inversión en las patillas, manzanas, mandarinas, papaya, pera, melón , entre otras, que es de aproximadamente $20 mil.

'Por aquí llegan muchísimas personas, en grandes cantidades, pero no todas ellas compran, las compras son muy regulares. Si fueran buenas, ya yo tuviera mi casita', dijo Chica, quien reside cerca de la venta de jugos, en un casa de tablas, acompañado de su hija y dos nietas.

A pocos metros de su chaza está la de Juan Carlos Cardona Mendoza, de 47 años, quien se dedica a vender almuerzos 'saca apuros'. La gente los llama así porque son económicos y dejan satisfecho a cualquiera. El más barato vale $2.000 y viene con arroz de sardina, huevo o salchicha, espagueti y granos. Si lo quieren con pollo vale $1.000 más y de acompañar cualquiera de los dos con agua de maíz le cuesta otros $1.000.

'Las personas se van contentas. La situación en Colombia no da para almuerzos de $7.000 o $10.000. Es más, ni para los míos muchas veces hay, y se les acomoda', señaló Cardona, quien lleva 9 años con este negocio.

Confesó que se dedica a esto por necesidad. 'Tengo una familia que alimentar, yo no quisiera estar acá, sino en una empresa como vigilante, que es lo que verdaderamente soy, pero toca porque no hay empleo', señaló Juan Carlos Cardona, quien tiene 7 hijos, cinco mujeres y dos varones, de los cuales tres son menores de edad.

Cuidadores en escaleras

Los ciudadanos que estén en la Avenida Circunvalar y necesiten subir hasta el puente de la Cordialidad (o viceversa), lo hacen utilizando las escaleras artesanales construidas en cemento, con barandas de madera.

Estas estructuras fueron construidas por un grupo de personas para rebuscarse.

Julio Abel Cardona Rodríguez, de 63 años, fue hasta hace unos meses una de esas personas. Contó que cada persona que utiliza las escaleras entrega una colaboración, entre $100 o $200.

Como retribución –dijo Cardona– ahuyentan a los atracadores y protegen a las personas mientras esperan el bus. 'Debajo del puente no hay tantos robos, como arriba, pero se trata de estar alerta para que algunos no se dejen atracar', añadió.

Durante el día trabajan tres personas en la misma cantidad de turnos. Uno de 6:00 a.m. a 11:00 a.m., otro de 11:00 a.m. a 5:00 p.m. y el último de 5:00 p.m. hasta las 10:00 p.m. 'A veces yo trabajaba en dos turnos y me hacía en cada uno $12.000 o $15.000', señaló Cardona, quien duró 11 años en ese punto.

Julio Abel dijo que ahora es voceador de prensa. Diariamente vende entre 27 y 40 periódicos, actividad que piensa combinar con la venta de bolis.

Los transeúntes parecen sentirse cómodos con este mundo que existe arriba y debajo del puente. Uno de ellos dijo, en medio de una carrera, mientras 'no roben, no se metan con nadie y se rebusquen con sus productos, todo estará siempre bien'.

Los 4 artículos del Código de Policía que se violan en el puente de la Cordialidad

Las actividades que se desarrollan en el puente de la Cordialidad infringen cuatro artículos del Código de Policía y Convivencia Ciudadana.

Inicialmente los vendedores en el sector infringen el artículo 140, que habla de los comportamientos contrarios al cuidado e integridad de espacio público y en su numeral 4 que dice de ocupar el espacio público en violación de las normas vigentes.

El Código también prohíbe que los buses o vehículos se estacionen o recojan personas arriba o debajo del puente e invita a que lo hagan en los puntos autorizados, por lo tanto violan el artículo 146, numeral 1.

Al ver varias ventas de comidas, está el artículo 110 que habla sobre los comportamientos que atentan contra la salud pública en materia de consumo y el cual se viola.

En el sector arrojan basuras y residuos sólidos, lugar no autorizado por el ente competente, lo cual está prohibido en el artículo 111.