Compartir:

Luego de los atentados terroristas que se vivieron en Barranquilla y Soledad el pasado fin de semana, la ciudadanía quedó conmocionada por la muerte de 5 policías y por los 55 heridos que dejó esta acción.

En una ciudad en la que históricamente ha reinado la paz, la tranquilidad y la alegría de sus habitantes, nadie se esperaba que el conflicto armado que sufre el país tocara a sus puertas, mucho menos cuando se estaba a punto de dar inicio a la que es quizás una de las fiestas más alegre de Colombia.

Es por esto que en medio de la zozobra con la que aún viven algunos barranquilleros por las innumerables noticias falsas que se siguen difundiendo a través de redes sociales, las autoridades policiales, la Administración Distrital, los gestores culturales y hacedores del Carnaval, han invitado a la ciudadanía a no dejarse amedrentar por lo sucedido y salgan a celebrar de las actividades tradicionales.

EL HERALDO dialogó con personalidades de distintos sectores para que dieran su opinión sobre qué significa para Barranquilla que haya ocurrido un atentado terrorista de tal magnitud y cómo se recupera la ciudad, que 'poco a poco ha dejado a un lado lo ocurrido, no sin antes solidarizarse con los afectados'.

Para el sociólogo y experto en temas de seguridad, Jorge Ávila Pareja, el atentado ocurrido el pasado 27 de enero en la Estación de Policía del barrio San José, a manos del ELN, tocó las puertas de las casas de una ciudad, que desde su ventana había sido siempre espectadora del conflicto interno del país.

Argumenta que el barranquillero siempre había visto distante la confrontación entre los grupos subversivos y la fuerza pública, y no había sido testigo directo de este tipo de manifestaciones violentas. 'Cuando el atentado ocurre todo se desajusta, se ‘viraliza’ el pánico y se manifiesta en información falsa. Sin duda es un atentado que vino con una carga simbólica muy importante y creo que lograron el cometido, que era ponerle un bombazo a la atención de la gente', indica.

Para dejar a un lado el atentado y que la ciudad se recupere de lo sucedido, Ávila Pareja señala que primero hay que tener en cuenta que Barranquilla no estaba preparada para que esto pasara. 'Más allá de las víctimas, que ha todos nos han dolido, hay que preguntarse qué pasó con la inteligencia de los organismos de seguridad y los encargados de hacer seguimiento de la acción de la insurgencia', manifiesta.

Sin embargo, destaca que la esencia del barranquillero y del costeño en general, demuestran resistencia ante la adversidad. 'Aquí no dejamos de gozar nunca, la felicidad y la alegría están por encima del temor. Sobre todo en la temporada en la que estamos, y la ciudad no está dispuesta a dejarse robar eso', sostiene.

Ávila agrega que la percepción de la ciudadanía ha ido mejorando de acuerdo con los avances que han tenido las autoridades en torno a la investigación y a la captura de los responsables del atentado.

¡No se van a dejar!

Una vez ocurrieron los atentados, muchas voces pedían que se suspendieran todos los actos y fiestas en los que hubiera presencia masiva de público. Otras en cambio, exigían a las autoridades que no se dejaran amedrentar, y que se demostrara que la ‘Puerta de Oro’ era un territorio de paz en el que se podía seguir con la tradición.

Lo cierto es que los hechos generaron diferentes reacciones a favor y en contra de la decisión de las autoridades de llevar a cabo todos los eventos masivos programados para ese fin de semana, lo que lleva a plantear el siguiente interrogante: ¿Qué se debe hacer cuando ocurre un atentado terrorista?, ¿se deberían suspender todos los actos de concurrencia masiva, o se deberían llevar a cabo con prudencia?

Para Luis Fernando Trejos, docente de Ciencias Políticas de la Universidad del Norte, no hay una respuesta que se aplique para todos los casos, sino que la decisión de suspender las festividades y aglomeraciones de público luego de un atentado se debe revisar de manera particular.

Trejos precisa que como no se confirmó que los atentados hicieran parte de una larga cadena de hechos o de un plan de ataque sistemático, no era necesario que se llamara al pánico colectivo suspendiendo actividades multitudinarias que cuentan con una larga tradición, como son las asociadas a las carnestolendas barranquilleras.

'Los objetivos fueron claramente delimitados a miembros de la Policía. No se podía percibir que fuera un ataque en contra de la sociedad en general o que son indiscriminados', señala.

Desde esa óptica — explica el académico— se puede pensar desde el plano emocional y el racional. Este último indica que si la ciudad se paraliza y se suspenden todas las actividades masivas o aquellas sobre las que no hubiera certeza de garantizar ciertos niveles de seguridad, se le estaría cediendo terreno a quienes cometen los actos de terror.

'Lo otro sería buscar un efecto político y demostrarle a los terroristas y a la ciudadanía, que a pesar de la violencia, se está en capacidad de mantener unas dinámicas sociales que se traen con antelación', afirma Trejos.

En el plano emocional — detalla— el enfoque que se podría dar es ofrecer minutos de silencio con banderas a media asta y palabras de solidaridad. 'Es decir que la fiesta no sepulte el duelo que nos genera el sacrificio de los policías, sino que la actividad cultural se mantenga dándole espacio a momentos de respeto, recordación y duelo por aquellos que ya no están', agrega.

La psicóloga Edith Aristizabal, experta en conducta criminal, explica que lo primero que se debe hacer tras un atentado es evaluar el riesgo de que puedan presentarse nuevos actos terroristas y, de acuerdo a esa evaluación, determinar si se continúa o no con las actividades masivas.

'Es muy importante que las personas obtengan la información de fuentes oficiales para no generar pánico generalizado', sostiene la experta.